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La ola de protestas tras la muerte de un afroamericano, George Floyd, a manos de la policía de Mineápolis ha desatado una ola de protestas en Estados Unidos, que se han extendido por numerosos países, incluso han llegado a Menorca donde ayer hubo manifestaciones en Maó y Ciutadella.

Los incidentes, que en algunas ocasiones han obligado a la intervención de la Guardia Nacional, han llegado hasta las puertas de la Casa Blanca. La indignación ciudadana se ha visto alimentada, en buena medida, por la actitud desafiante del presidente Donald Trump, que incluso ha llegado a amenazar con enviar al Ejército para reprimir los disturbios. La crisis amenaza con convertirse en un serio obstáculo para la reelección de Trump en los comicios presidenciales del próximo mes de noviembre.

La policía estadounidense debe cambiar con urgencia sus protocolos de seguridad y entender que la represión no es un sinónimo de autoridad. No se oculta la dificultad de operar en un país con gran parte de sus ciudadanos armados, pero lo ocurrido en Mineápolis es una prueba palmaria de una actitud que no puede ser considerada profesional.