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Las tormentosas sesiones vividas en el Congreso en marzo y abril, marcadas por la crispación y los reproches entre Gobierno y oposición así como una enorme tensión entre PSOE y Unidas Podemos, han dado paso a un escenario de moderación y apaciguamiento en la política española. Coincidiendo con la campaña de las elecciones gallegas, Pablo Casado ha templado su discurso, dando protagonismo a una mesurada Ana Pastor para silenciar a la excesiva portavoz Cayetana Alvarez de Toledo. Al mismo tiempo, el PP vota a favor del decreto de la ‘nueva normalidad’ y apoya la candidatura de Nadia Calviño para presidir el Eurogrupo. Ciudadanos también ha rebajado el nivel de sus críticas contra el Ejecutivo de Sánchez que espera contar con el partido naranja para aprobar los Presupuestos Generales. A todo ello hay que añadir el potente mensaje de voluntad de acuerdo que transmitieron los empresarios y sindicatos este pasado viernes en La Moncloa en torno a un gran acuerdo económico. La salida de la crisis implica rebajar la tensión política, acuerdos y renuncias. Por ejemplo, el Ejecutivo no podrá modificar sustancialmente la reforma laboral y la oposición debe practicar la crítica constructiva. El aumento de la presión fiscal, que genera desacuerdo, también debe ser modulada y pactada.