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La Comisión Europea ha empeorado esta semana las previsiones económicas para la zona euro, aunque de manera particular para España. Según Bruselas, el PIB español registrará este año una reducción del 10,9 por ciento, y una vez logre superar 2021, se recuperará de forma parcial el 2022 con un crecimiento del 7,1 por ciento. Un escenario que agrava las anteriores cifras, difundidas en mayo, al añadir una caída suplementaria del 1,5 por ciento al PIB.

En abril el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, ya advirtió que, con la covid, la economía mundial va a entrar en recesión y la europea con más intensidad, tras manifestar -en referencia a España- que «la situación de la economía es la más grave desde la Guerra Civil». Nos hallamos, por tanto, ante una contracción sin precedentes con el sector servicios como el más perjudicado. En este contexto, la Comisión Europea no puede demorar la aprobación del fondo de 750.000 millones de euros -500.000 en transferencias que no tienen que ser devueltas, y 250.000 en préstamos, como reclaman los presidentes de España e Italia- para impulsar la reactivación.