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Proclama el Papa Francisco en su tercera encíclica, ‘Fratelli tutti’ (Hermanos todos), que ha llegado el momento de pensar como una única humanidad de la que todos formamos parte. Cuando la pandemia del coronavirus provoca tantas zozobras e incertidumbres, el timonel de la Iglesia católica promueve la aspiración mundial a la fraternidad y la radicalidad social al afirmar que «el mercado no lo resuelve todo».

Desde una relectura de los principios de San Francisco de Asís, aplicados a los grandes problemas del siglo XXI, el Papa rechaza con valentía el consumismo y la globalización. Cuestiona el liberalismo y establece límites a la propiedad privada; arremete contra el control de las grandes empresas digitales sobre la libre información. Y reclama un cambio de actitud y una mayor comprensión hacia los migrantes.

Es un texto que interpela a creyentes y laicos desde los valores del Evangelio y que exige compromiso. Ello implica priorizar la dignidad de cada persona, lo que demanda un trabajo digno para desarrollar sus propias capacidades. En conjunto, un grito contra el relativismo moral y una llamada al diálogo para lograr la paz y la colaboración nivel mundial.