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Los gravísimos y vergonzosos sucesos protagonizados en Washington por seguidores del todavía presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al invadir el Capitolio para impedir la proclamación de Joe Biden son la última escena de un mandato marcado por la arrogancia y el populismo. La infundada estrategia de Trump para negar la victoria electoral de su adversario arroja un saldo de cuatro personas muertas, centenares de heridos y unas imágenes que desprestigian a Estados Unidos.

Trump es el instigador de este asalto al Capitolio. La irresponsabilidad del aún presidente le ha conducido a evitar una condena a los autores de estos actos delictivos, que han sido unánimemente rechazados.

Lo ocurrido en el Capitolio escenifica la enorme división que existe en la sociedad norteamericana tras el paso de Donald Trump por la Casa Blanca. El escenario al que deberá enfrentarse la administración demócrata de Biden obliga a fijar como máxima prioridad recuperar la unión social, además de la confianza en las instituciones. Estos bochornosos y antidemocráticos hechos de Washington abren una profunda herida en los Estados Unidos de la que tardará en recuperarse.