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El formidable esfuerzo llevado a cabo por los voluntarios de la Fundación Hospital de la Isla del Rey -un encomiable ejemplo de trabajo y liderazgo de la sociedad civil menorquina- para la recuperación, restauración y rehabilitación de los emblemáticos edificios de este enclave en el puerto de Maó corre peligro de que no pueda culminarse por las restricciones del Plan Territorial Insular, hoy en revisión.

El PTI no hace distinciones entre los islotes costeros y los portuarios en Menorca, entre islas deshabitadas y aquellas que, históricamente, han albergado distintas actividades. El documento de planificación territorial otorga a unos y otros los mismos criterios urbanísticos, lo que constituye un evidente y grave error. La calificación de ‘área de alto nivel de protección’ impide, de facto, concluir el trabajo iniciado por los voluntarios que encabeza el general Luis Alejandre en la Illa del Rei, cuyo objetivo final consiste en que las singulares construcciones del siglo XVIII puedan destinarse, 300 años después, a usos y equipamientos culturales. Proteger, sí, pero con sentido común, porque una desproporción implica caer en el proteccionismo cuando lo correcto es el equilibrio entre valores naturales y la actividad humana.