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La desescalada se paraliza en Balears por el incremento de contagios, y, además, se prohíbe la venta de alcohol a partir de las 10 de la noche. Con esta medida se pretende reducir la proliferación de botellones y concentraciones.

La relajación de las restricciones ha provocado que la pandemia se haya descontrolado por los    encuentros juveniles en los que no se respetan las normas de prevención contra el virus. La reducción del horario de venta comercial de bebidas alcohólicas trata de impedir un ocio juvenil de desmanes y borracheras, como el registrado en Ciutadella durante los días de Sant Joan, lo que no supieron evitar, prevenir ni gestionar las autoridades.

Las grandes concentraciones son el principal foco de contagio y por tanto hay que actuar con contundencia. Una consecuencia directa de lo que ha ocurrido es el aplazamiento, hasta finales de julio, de la apertura del ocio nocturno. Las discotecas ven retrasada su actividad, que deberán realizar con severos controles para sus clientes. Balears no puede vivir una situación similar a la del verano pasado, cuando la temporada quedó interrumpida por la expansión del virus. Hay que aprender de los errores del pasado, pero se repiten este año.