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La detención, ayer, de tres patrones dedicados al traslado de inmigrantes ilegales a Balears coincide con una nueva oleada de desembarcos en Mallorca y las Pitïuses. El fenómeno, al que no ha sido ajena Menorca, ha alcanzado este verano una dimensión desconocida con operaciones a plena luz del día.

La llegada de inmigrantes ilegales a Balears no es un hecho nuevo, sí su aumento constante y la organización de los desembarcos; la práctica totalidad de ellos procedentes del norte de Argelia. Los sistemas de vigilancia de la Guardia Civil no disuaden a quienes se embarcan en una aventura de desenlace más que incierto amparados, y aquí es donde reside uno de los problemas centrales, por organizaciones criminales que se aprovechan de la situación.

El objetivo de estos inmigrantes es alcanzar las costas españolas, la cabeza de puente para un trayecto vital que quiere acabar en Francia, Alemania, Italia o los países nórdicos. Estamos ante una cuestión que requiere propuestas conjuntas de la UE que incluyan, como requisito imprescindible, compromisos firmes por parte de los países norteafricanos para frenar este flujo ilegal de personas del que muy pocos se benefician.