TW

Las terroríficas imágenes del rastro de muerte que deja el ejército de Vladimir Putin en su retirada de la localidad ucraniana de Bucha, en las afueras de Kiev, estremecen a la opinión pública internacional. Los cadáveres de decenas de civiles ajusticiados en plena calle –muchos de ellos maniatados por la espalda– y el descubrimiento de fosas comunes agotan el crédito de quienes, con sus ‘peros’ o simplemente con su silencio, no condenan la agresión rusa al pueblo ucraniano. Putin debe responder ante un tribunal por crímenes de guerra y lesa humanidad, pero quienes, por acción u omisión, apoyan su régimen tampoco pueden quedar impunes. Corresponde a la Unión Europea actuar con la aplicación, de forma urgente, de las medidas para aumentar las sanciones a Rusia y parar este horror. Ante las    últimas imágenes de Bucha y las que, por desgracia, aún están por venir ya no valen las frases adversativas. Ponerse de perfil supone un apoyo a la invasión de un país soberano y la vulneración del Derecho Internacional, cuyo responsable es el presidente de Rusia. Un país donde la oposición a Putin y a sus satrapías se paga con la pérdida de la libertad e incluso con la vida. Por suerte, aquí, en la Europa libre no ocurre lo mismo. No hay excusas. Todo lo que no sea condenar y castigar con firmeza lo ocurrido en Bucha, es ponerse del lado del tirano.