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La economía española ha perdido en el primer trimestre del año el vigor con el que cerró el pasado año. Entre enero y marzo, el Producto Interior Bruto (PIB) creció apenas un 0,3 por ciento; un dato que obliga al Gobierno a revisar a la baja las previsiones para el 2022. Este parón económico ha sido provocado por factores la inflación disparada, la invasión rusa de Ucrania y el impacto de la huelga de los transportistas.

Las elevadas tasas de inflación retraen el consumo y merman los ahorros familiares, elemento básico para incentivar la actividad económica. Los esfuerzos del Gobierno para paliar esta situación dan algunos frutos, pero todavía no se ha logrado cuantificar si habrá un cambio en la tendencia. Mientras, el comercio exterior –en especial el sector turístico– es el único que minimiza estos impactos negativos. Las buenas perspectivas turísticas en Menorca, al igual que en el resto de las principales zonas del país, son en estos momentos la balsa que mantiene a flote la economía y evita que España vuelva a la recesión.

Esta cuestión no puede ni debe pasar desapercibida. En este contexto las Islas consiguen despuntar con un buen comportamiento del mercado laboral en relación con otras autonomías, circunstancia que se debe valorar. Pero persisten muchas dudas e incertidumbres al desconocer la duración de este frenazo.