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Balears, junto con Catalunya, encabeza el ranking de la cesta de la compra más cara de España. Así lo recoge el informe elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios. Este estudio de la OCU confirma que vivir en el archipiélago mediterráneo es muy caro y cada vez lo es más. Factores como el de la insularidad, acentuada por la excesiva dependencia del exterior en la llegada de suministros, agrava los costes finales. La cadena de distribución en las Islas es más compleja y acaba repercutiendo en los precios finales.

Sin embargo, el enorme diferencial de precios –un 25 por ciento sobre la media española– sólo es compatible con una demanda capaz de soportarlo. El nivel de vida aquí es, en términos globales, superior al resto de España, lo que genera una dinámica que afecta a los sectores con menor poder adquisitivo de nuestra sociedad. En estas circunstancias la capacidad de reacción es escasa, con excepción del fomento de la producción propia, que sufre los sobrecostes de la insularidad, que no son compensados.

Y no solo del sector primario, también en productos manufacturados en las Islas, que podrían ofrecer precios más competitivos. Es preciso que las instituciones públicas arbitren medidas urgentes para llenar el carro de la compra sin la enojosa sensación de que se accede a un lujo cada vez más caro.