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La temporada turística, que ya ha entrado en su recta final merece un serio análisis, más allá de las cuestiones estrictamente económicas sobre facturación, costes y rentabilidad. La gran afluencia de visitantes no puede ocultar la existencia de graves problemas que comprometen nuestra imagen como destino. Uno de ellos es el transporte, concretamente el servicio del taxi, que este verano ha protagonizado carencias    y largas demoras, tanto para los residentes como para los turistas.

La consellera de Movilidad, Montse Morlà, expuso a los alcaldes de Menorca, el pasado septiembre, la idea de insularizar el servicio de taxi con el objetivo de incrementar su eficacia y ofrecer una mejor imagen.    La consellera afirmó que este verano «se han vivido situaciones de vergüenza ajena» por los déficits registrados. Recepcionistas de hoteles se vieron obligados a trasladar a sus clientes al aeropuerto para evitar que perdieran los aviones al no haber taxis disponibles, y hubo casos en que no se llegó a tiempo para coger el vuelo.

Los mismos profesionales del sector admiten que los 184 taxis que han trabajado esta temporada, 80 temporales, no han podido atender la demanda con puntualidad. Es preciso que la consellera Morlà se reúna, lo antes posible, con los taxistas para definir las medidas y concretar las soluciones para que en 2023 mejore este servicio.