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Las significativas ausencias en la cumbre que se celebra en Egipto para adoptar medidas encaminadas a frenar el cambio climático auguran otro fracaso en la carrera contra lo que constituye una evidencia científica. El incremento de la temperatura de la Tierra, provocado por la actividad humana, ya no es una mera especulación.

A este encuentro no acuden Rusia, China o India, países que figuran entre los más contaminantes del mundo. Las economías occidentales no pueden seguir ignorando que su riqueza y bienestar se cimenta sobre la depredación medioambiental de países que están en fase de desarrollo, donde la protección de la naturaleza no figura en ninguna agenda política porque la prioridad es la subsistencia de la población. Las reglas actuales deben modificarse para compatibilizar el crecimiento económico con el respeto al entorno y la ciencia ha de ser el referente en la toma de decisiones, como se hizo para frenar el agujero de ozono y actuar contra la covid.

Balears no se escapa a los efectos del cambio climático. El incremento de la temperatura, los efectos de la sequía y la subida del nivel del mar son consecuencias con un fuerte impacto en una región insular como la nuestra. Es preciso acabar con el escepticismo y la pasividad, el problema es real y está mucho más cerca de lo que se puede adivinar. Hay que actuar.