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La festividad de Sant Antoni, patrón de la Isla, que fue declarada Diada de Menorca por el Consell, constituye una jornada de reafirmación de la identidad insular, que une, representa y cohesiona a los menorquines. Durante siglos Ciutadella conservó y transmitió la tradición de los actos cívico-religiosos con la Missa de Sant Antoni en la Catedral, la procesión ‘des Tres Tocs’ y el mercado de dátiles, garballons -hoy protegidos- y naranjas, que evocaban la austeridad del santo eremita.

El 17 de enero adquiere una dimensión política con las sesiones institucionales que organizan el Ayuntamiento de Ciutadella y el Consell, además de los actos populares, que incluyen las torrades y las bendiciones de animales. Una fiesta en el calendario litúrgico que conmemora la incorporación de Menorca a la Corona de Aragón en 1287, que implicó la reorganización administrativa de la Isla, el reparto de la propiedad de la tierra, nueva religión, lengua y cultura. Todo ello a costa de una conquista implacable que implicó la aniquilación de la sociedad musulmana y la expulsión de quienes residían en Menorca, encabezados por el último almojarife, Abu Umar. Un hecho de armas que cambió la historia de Menorca.