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Más de cien pacientes no acuden cada día a la cita concertada con el especialista en la sanidad pública de Balears, cuando la lista de espera es de 2.4 meses. Un dato que revela un alto grado de insolidaridad y merece un claro reproche social al acentuar el colapso en el IBSalut.

Las razones por las que se producen estas ausencias son meras conjeturas –desvíos a la red privada, atención en urgencias o superación de los síntomas, entre otros–, pero incrementa las esperas del resto de pacientes. No acudir a una cita, sea en Atención Primaria o especializada, exige avisar previamente. Constituye un desprecio a los profesionales sanitarios que no se puede aceptar.

Una simple llamada telefónica permite anular la cita para acoger a otras personas que pueden llevar semanas o meses esperando. Parece razonable que la Conselleria de Salud estudie fórmulas que sancionen este comportamiento, al estar asumidas en otros ámbitos de la vida diaria. Los avances sociales logrados en las últimas décadas en nuestro país se interpretan de manera errónea por una minoría, pero su comportamiento acaba repercutiendo en el conjunto de los usuarios; en este caso, de la sanidad pública. Un toque de atención tendría el necesario efecto didáctico que se precisa para seguir reduciendo este absentismo intencionado en las consultas médicas.