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Las palabras sirven para todo, pueden convertir una tragedia en un bello poema y en el uso político tratan de que una mentira parezca verdad. Hay muchos ejemplos, el más reciente es de los brotes verdes. Seguramente el deseo confunde la realidad y anima a expresar mensajes positivos por más que los indicios, los datos y la simple observación van en dirección contraria.

Marc Pons, animado por la presencia del nuevo conseller balear de Trabajo y con toda la prudencia del mundo según puntualizó con reiteración, ha dicho que se perciben síntomas de recuperación. El presidente del Govern también manejaba optimismo ayer en el Parlament con una receta simple, hablando del número de empresas creadas y omitiendo el número de las que han cerrado y comparando con otras comunidades donde las cosas ciertamente van peor. Resulta comprensible esa estrategia, no es malintencionada, de un abanico de datos se seleccionan los interesados, la casa se hunde pero queda el pilar que aguanta una estancia donde vivir con más estrecheces. Madrid presumía ayer de ser la comunidad con mayor tasa de actividad femenina del Estado. Y alguna habrá que exhiba los mejores números en empleo juvenil. Quizá la primavera que apunta tras el temporal traiga brotes, de los de verdad, los figurados son eso, figurados.