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En el último artículo sobre política echamos casi toda la carne en el asador, pero no vamos a seguir (de momento) hablando de la "memoria cercana" mareando la perdiz, como se hace habitualmente en debates televisivos o Gacetas y Mercurios.

Es decir, volvemos a nuestra particular "memoria histórica" comprobando que el "más de lo mismo" ya acontecía hace miles de años, casi en los albores de esto que se ha denominado la Humanidad Civilizada, aunque a veces parece estar todavía en periodo de formación, al igual que la Tierra, como las erupciones volcánicas o los terremotos nos recuerdan.

Ya hablé de la piedra de Rosetta en un pasado artículo (Es Diari 20/12/2009). En él me refería a su importancia para el desciframiento de los jeroglíficos y al reclamo de las autoridades egipcias para obtener su recuperación del Museo Británico, donde actualmente se encuentra.

Pero, ¿qué mensaje contiene el pedrusco?

Descripción de la piedra
En primer lugar diremos que la laja de basalto, que corresponde a los restos de una estela (descubierta en agosto de 1799), está fragmentada por sus cuatro costados y contiene sólo parte del texto original (Figura 1). Quiso la suerte, eso sí, que en 1887 se descubriera una copia prácticamente completa del texto por lo que pudo transliterarse, transcribirse y traducirse entera.

El texto de la piedra de Rosetta es bilingüe (no trilingüe, como se dice en algunos manuales). El original fue redactado en griego (lengua oficial de Egipto en el periodo de los Ptolomeos) y traducida al egipcio en sus dos formas principales: la jeroglífica y una cursiva denominada "demótica o encorial". El texto griego consta de 54 líneas algo dañadas en sus bordes, el texto demótico contiene 32, (14 de las cuales están fragmentadas al principio) y el jeroglífico, escrito de derecha a izquierda, contiene las últimas 14 líneas de las 43 originales, todas ellas fragmentadas por ambos extremos.

Lo interesante de las distintas versiones lingüísticas es que en un mismo texto existen cuestiones de matiz muy importantes que revelan las diferencias entre la cultura dominante en aquel momento (la griega) y la dominada (la egipcia). Efectivamente: comparando un texto y otro, encontramos por ejemplo que donde dice en griego "Basileus" (rey) la traducción egipcia dice "Nesu Bat" es decir, "señor del Alto y Bajo Egipto", que es como desde tiempo inmemorial se denominaba al faraón. (Figura 2)

Contenido de las inscripciones
La piedra de Rosetta contiene el llamado "Decreto de Menphis", que es un documento promulgado por el consejo de sacerdotes de todo Egipto reunido en el templo de Apis en dicha ciudad (cercana al actual el Cairo) el año 197 a.C. durante el noveno año del reinado del faraón griego Ptolomeo V Epífanes. Dicho decreto tiene dos partes: en la primera, los sacerdotes enumeran y hacen balance de los logros del reinado, entendiendo como tales, los regalos en especie (trigo, lino) que el faraón concedió a los templos, así como exención de impuestos a los mismos y el mantenimiento por la Corona de los cultos; por otra parte el aumento de sueldo a las tropas terrestres y a la marina de guerra; indultos para presos políticos; el restablecimiento de la ley y el orden sofocando las revueltas acaecidas en el reinado de su padre. Etc. etc.

Como consecuencia de esos logros, la casta sacerdotal se compromete a propagar la figura del rey honrándolo con estatuas suyas en todos los templos del país, a las que se rendirá culto divino, y se le dedicarán procesiones y festivales mensuales, además se le concede el título de "sacerdote del dios que se muestra como señor de las bondades", título que deberá añadirse a los que ya posee.

En resumen: el texto nos muestra miles de años después, la dependencia de los faraones de la Baja Época a la casta sacerdotal, que "se atreve" a promulgar decretos y a hacer concesiones al monarca como si el poder real estuviera en sus manos y fuera necesario por el faraón ganarse su aprobación, a base de concesiones a los templos y a sus servidores.