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La grabación del anuncio de Estrella Damm en Menorca ha generado una expectación lógica y comprensible aunque, creo, algo desproporcionada. El éxito que el año pasado tuvo el spot de la marca de cerveza filmado en Formentera, gracias a una historia idílica y (sobre todo) una música pegadiza, hizo que se incrementara el número de turistas interesados en la menor de las Pitiüses. Ahora en Menorca, además del encanto que siempre genera lo que sale por la tele (aunque después resulta que nadie la ve), muchos se han hecho ilusiones, ya que creen que a igual estímulo, igual efecto. Si ahora se graba aquí, piensan, también aumentará el interés del turista. El silogismo, y vale más decirlo ahora para no provocar frustraciones, es falso. Para caer en gracia hay que tener suerte, dar en el clavo, y más en una cosa tan subjetiva como la publicidad. No está mal cerrar calles y poner la alfombra roja para que anuncios como el de Estrella Damm se graben en la Isla. Pero, por si acaso, vale más seguir trabajando desde otros frentes. No sea que la canción no triunfe en los "cuarenta".