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Lamenté mucho que una indisposición temporal me impidiese asistir a la conferencia que dio Úrsula Mascaró hace unos días en el Ateneo de Mahón con motivo de la inauguración del actual curso académico de esta entidad. Según informó la prensa local, y bajo el acertado título de "Made in Menorca", la disertación de la conocida, exitosa e internacional diseñadora menorquina consistió en explicar la historia de su empresa familiar desde los duros comienzos de su abuelo hasta su actual proyección internacional.
Esta empresa es sin duda un ejemplo para todo el sector industrial de la isla.

Menorca ha tenido vocación industrial desde comienzos del siglo pasado aunque no fue hasta los años cincuenta cuando esa vocación se transformó en tradición por la amplia implantación que tuvieron las dos vertientes productivas más importantes que se desarrollaron en la isla: la bisutería y el calzado. El asentamiento de estas dos formas industriales en Menorca no fue producto de inversiones capitalistas sino que surgieron del esfuerzo y de la imaginación del ciudadano más humilde. De todos es sabido que los primeros zapateros surgieron en pequeñas cocheras donde cortaban las piezas y las juntaban y cosían de forma puramente artesanal. Lo mismo ocurrió con la mayoría de bisuteros que comenzaron sus actividades en "porxos de cambres" o en pequeños "tallers" a pie de calle ayudados por unas humildes pinzas y unas rudimentarias "punxonadores".

El duro trabajo y el esfuerzo de estos trabajadores permitieron con el tiempo la progresiva mecanización de la producción. Así se modernizó la producción del proceso de fabricación del zapato y, en la bisutería, se cambiaron las iniciales prensas manuales por las de fricción primero y después por las automáticas, los antiguos cortadores y embutidores de corte individual de las antiguas excéntricas se transformaron en matrices progresivas, se modernizaron los tornos, etc.

Así pues lo que comenzó como una herencia de los famosos bolsos de malla de principios de siglo y de los primeros trabajos artesanos en calzado derivó en dos potentes industrias que dieron trabajo a muchos menorquines durante muchos años.

Y casi desde su mismo comienzo la producción industrial menorquina ha tenido vocación exportadora. En el campo de la bisutería se recuerda que en los años sesenta se abrió un importante mercado en Estados Unidos, Venezuela, Nigeria, Marruecos, etc. a donde se exportaban ingentes cantidades de productos del tipo "toledín". En los setenta se fortalecieron las exportaciones a Europa, Japón, etc. En el calzado han seguido también su propia expansión a través de los mercados mundiales. Efectivamente, el tiempo ha creado el "Made in Menorca".

Si siempre ha sido un gran mérito que desde una pequeña isla anclada en medio del Mediterráneo se pudiera producir y fabricar un producto apetecible para un determinado sector de consumo más lo es ahora en que se debe de luchar contra un mercado globalizado que implica una durísima competencia. Si siempre ha sido admirable que, a pesar de tener que importar (con los gastos añadidos que significa) toda la materia prima para poderla transformar en la isla y reexportarla a precio competitivo, se hubiese encontrado un hueco para el producto menorquín más lo es ahora cuando las dificultades económicas ahogan a muchos.

Pero Menorca sabe resistir, siempre lo ha hecho. La isla siempre ha contado con el "know how" necesario para poder resolver los problemas que han ido surgiendo. Ahora debe de ser el diseño, la calidad y la presteza en el servicio las bases para competir, más en un momento cuando el producto asiático ha dejado de ser en buena parte el objeto de deseo de muchas consumidoras por su baja calidad. Muchas de las tiendas chinas que han estado maliciando el mercado en Europa (en España) están afortunadamente también en crisis. Eso puede introducir variantes en la realidad del mercado en unos pocos meses lo que puede beneficiar a medio plazo al producto nacional.

Menorca no debería de perder su condición industrial. Existe el sustrato necesario para que las nuevas generaciones se puedan interesar por nuestra industria tradicional. El tejido existe. Ya sabemos que quien resiste siempre gana.

Nota 1: Felicidades a Antonio Sintes Pons por su merecida jubilación al frente de la CEOE menorquina. Hace unos meses le agradecí que pensara en mí para sustituirle. Le dije que no era la persona adecuada. Seguro que pronto la encontrarán.

Nota 2: Mis disculpas públicas a Alfons Méndez y a Hernández Andreu por no haber podido remitirles a tiempo la información pedida sobre mi abuelo Juan Gomila Borrás.