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Ya tenemos aquí los nuevos impuestos, los aumentos quiero decir, que estar ya estaban. Todo nos va a salir más caro que antes si es que usted es un consumidor compulsivo. Si simplemente es que no consume apenas o desgraciadamente vive de la beneficencia, le aconsejo que ni piense en ello, que lo hagan otros por usted. Ahora tendremos que ir aprendiendo a ser espectadores de los acontecimientos y poco a poco ir adquiriendo dotes para convertirnos en expertos subasteros, que es ser algo más que un simple devorador de rebajas. Ya hay comercios que anuncian que no van a subir los precios, otros que solo lo harán en determinados productos y los de más allá, no se extrañen que sorteen algún viajecito por cada cuatro latas de sardinas que compren. Hasta es posible que nos veamos obligados a prescindir de las etiquetas de P.V.P. adheridas a los productos y dejar de perder el tiempo en leer la composición del producto y su caducidad. La necesidad nos obligará a tener que estar atentos a los carteles y altavoces anunciadores de las rebajas sobre las rebajas. Si los calamares encebollados o los berberechos enlatados levantaran la cabeza, no se lo creerían, pero usted, amigo lector, vaya creyéndoselo. Tengo un grano de arena en el ojo y me molesta un montón.