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En una reducida sala de espera hablaban dos hombres. En esa sala que hermana a los desconocidos, entendí que, desde la esperanza, esa ventana siempre entreabierta, cotejaban sus males; no obstante, me llamó la atención cuando le oí a uno exclamar convencido: "Todo ya está dicho; pero como nadie escucha, hay que volver a repetirlo…".
Por haberla leído con anterioridad, me acordé de esta reconocida frase que podría pasar igualmente por la recurrente advertencia de un tutor comprometido... Sin embargo, su autoría se debe al escritor francés André Gide (premio Nobel de Literatura en 1947). Si bien este propósito no es repetir lo que el lector seguramente ya conoce, una década después, en 1957, y con referencia al señalado premio literario, fue galardonado nuestro "medio" paisano menorquín Albert Camus ("que, com tothom també sap, tenia una "cama" de Sant Lluís; així ho "delata" el seu segon cognom: Sintes"). El mencionado escritor franco –Albert Camus–, del cual el año próximo se celebrará el primer centenario de su nacimiento y el quincuagésimo tercer año de su desaparición, clasificó a las personas, con razonadas palabras, en dos grandes grupos: el de quienes escriben la historia (de rol por lo general más restringido) y el de quienes la sufren (de imprecisa aunque muy elevada mayoría; dolida mayoría, por lo regular).

Por filiació n con los del segundo grupo, más allá de palabras y de entendimiento (por lo que concierne al enquistado tema económico), uno quisiera ser sosegadamente optimista, con respecto alas expectativas de confianza que confiere la visión de un "vaso medio lleno… "No obstante, la realidad de un porcentaje próximo al 25% en la tasa de desempleo, no permite conjeturas de mucho empaque ¿no creen? Además, por abreviar ,con esa inquietud que no cesa, ante la situación de "acoso" a unos derechos que–pensando en quienes más los precisan, en su dignidad… la nuestra– deberían preservarse indemnes (educación, sanidad, dependencia, pensiones…), ¿con qué convicción tendríamos que conceptuar el contenido del aludido "vaso…" ?
Volviendo a Camus, a su biografía ("Els menorquins d'Algèria", de Marta Marfany), se sabe que Catalina María Cardona Fedelich, su abuela materna, nació en Sant LLuís en 1857;emigró como otros menorquines, no conformes con su suerte, en busca de mejores ilusiones a otras tierras lejanas: Argelia, fue su destino. Otros emigrantes, en nuestro convulso y belicoso siglo XIX, tuvieron acaso mejor suerte y pudieron regresar conprobada fortuna, en concreta referencia a los indianos (en acepción –y no otra –de personas que vuelven ricas de América). Sobre el particular, en sus memorias, nos aleccionó Miquel Batllori, jesuita barcelonés (de ascendencia cubana), erudito en filosofía y teología, leyes e historia, con la resuelta administración que, con sus alcanzados bienes, disponían para su economía casera aquellos emigrantes que retornaban de Cuba. Muchos, tampoco todos, una vez conseguida su fortuna (algunos miles de duros…), volvían para casarse y luego, acomodados en su tierra natal, procuraban vivir de rentas... Así, en plan juiciosamente diseñado, dividían su caudal en tres partes. Un tercio se destinaba al consumo diario (la singularidad de la manutención). Otra tercera porción se consignaba al ahorro (se supone –no lo aclara el historiador– que asentado en renta fija, que proporcionaba más seguridad que réditos; evitando a cambio sobresaltos, que no era poca compensación) y el tercio sobrante, que apenas consideraba el inversor, se reservaba para "jugar" en la bolsa y si obtenía beneficios…, los imponía en el estante conservador del ahorro. La lección era a todas luces instructiva y satisfactoria; incluso en algunos términos, puede que todavía válida…