Victoriano Pons, herrero de sa Raval de Mahón, frente a la iglesia de San Antonio, esquina con la calle del mismo nombre. Heredó el oficio de su padre en Marc es ferrer - Archivo/ M. Caules

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Mis padres, para dormirme no precisaban recurrir a cuentos, rubricados por otros. Los que yo escuché fueron de cosecha propia. Para ello con tan solo acudir a sus trabajos infantiles, les bastaba para entretenerme mientras yo iba cerrando los ojos, que no siempre significaba que dormía, al acostarme, los abría y vuelve otra vez a continuar el relato. Mientras mamá Teresa se decantaba con las peripecias vividas en el taller de monederos de plata del señor Ramón Saura, cuando ni tan siquiera había cumplido los diez años, Gori me trasladaba con una pequeña barquichuela bautizada el 2 de mayo, única propiedad de su padre, recorríamos el puerto de Mahón, una más de mis derias, de mis delirios, mi puerto.

Nueve años recién cumplidos, tenía el hijo de Jaime Caules Taltavull es Sague y Margarita Llull Tudurí na Guideta gamba, ambos de Fornells, al igual que sus antepasados, desde el inicio de la fundación del pueblo, lo que me hace sentirme fornellera .

Aquel niño, se inició en el oficio de herrero en casa del señor Manuel Gómez, tenía su herrería en el camí des Castell de nuestra ciudad. Para situarlos, decirles que se encontraba a mano derecha viniendo de la plaza Príncipe, tres o cuatro casas, pasada la calle de san Pablo.

Esto y mucho mas lo fui escuchando desde es bres. Tal vez es lo que me motiva en este amanecer lluvioso, el ir escribiendo las cuatro cosas que sé de un oficio tan antiguo, del cual será imposible, decirlo todo, me conformo en hacer una sinopsis a modo de memoria de infinidad de cosas que tengo apuntadas, que una vez pasadas al ordenador, debería dedicar varias semanas para que fueran apareciendo los lunes o los sábados.
Es ferrers, eran hombres muy sacrificados, trabajadores rudos, siempre entre la suciedad producida por el carbón y el polvo que aquel conllevaba. Los techos repletos de telarañas, jornales muy bajos sin horarios fijos. Abrían la herrería con el amanecer debían disponer del fuego encendido. A penas abandonaban es tornall a la hora de la comida, cerrando a la caída del sol.

Aquellos talleres eran considerados casinets, casi siempre se encontraba tertulia, de unos y otros, principalmente en invierno que se buscaba el grato calor del fuego. Pudiéndose contemplar al herrero con su delantal de saco. Los socorridos sacos que tanta utilidad ofrecían al mundo laboral. Atándose en dues cordelles quedando a modo de delantal, o bien abriéndose uno de los lados, colocándose como capucha, de esta manera todos lo vimos en las gentes del campo, los carreteros, entre otros oficios.

De aquel modo resguardaba de la lluvia y del frío, cubriendo la cabeza a la vez la espalda y medio cuerpo. Según la altura del individuo.

Según el mecánico de la motora. Nació el herrero, para proteger a las caballerías. Asnos, caballos y al ganado vacuno, haciendo hierros que después iba aplicando a los cascos de los mismos. Como si fueran sus zapatos.

Lo primero y principal para el herrero era un fogón, un yunque donde cortaba las llamadas platinas de hierro según el tamaño del caballo, la mula, burro, incluso en un tiempo bueyes y vacas.

Aquellas plantillas iban clavadas por largos clavos que con anterioridad había hecho el propio herrero. De ahí su nombre. Clavos de herrar. Ahora, pasarían a ser reconocidos como artesanos. Si se tiene el precio de la hora, resultarían a preu d'or.

La herramienta principal era el pujabante. Especie de pala de hierro acerado a la vez que afilada, los bordes laterales miraban hacia arriba y en los ángulos de la extremidad anterior se formaba una media caña, la parte posterior se prolongaba en un mango de madera. Con el pujabante se cortaba el casco de las bestias que se perfeccionaba con las tenazas y con las cuchillas.

Me decía mi padre que el ganado vacuno al no aguantar sobre las tres patas exigía el potro para ser herrado. El potro siempre se instalaba junto a la fragua. Por el contrario el ganado caballar era mucho más fácil. A veces también alguno resultaba difícil lo que hacía que tuvieran que usar el acial, una especie de aparato o dos tablillas con dientes de sierra que puestas en el hocico, principalmente en alguna mula, hacía que se mantuviera quieta mientras era herrada.

El maestro advertía al mozo se anidara con cuidado, ya que de vez en cuando soltaba al aire alguna coz, que la sabiduría del herrero sabía esquivar sin soltar la pata de sa bístia. No sucedía lo mismo con el ayudante, que por regla general se trataba de chiquillos, como fue el caso de mi padre, que en más de una ocasión fue dañado por alguna bestia. Acto seguido, el señor Manuel es mestre lo mandaba a lo alto de la herrería donde disponía de su vivienda junto a su mujer. Esta, le lavaba la herida, tras ponerle un ungüento apestoso, una especie de linimento que elaboraba el farmacéutico señor Aledo que tenía la farmacia en la plaza del Carmen. No siempre el chiquillo salía tan bien parado, en alguna ocasión, llegó a su casa con un brazo en cabrestillo, gracias a un pañuelo que le colgó por el cuello sa mastressa sujetando el brazo, magullado y dolorido.

Casualmente, el oficio de herrero solía ser heredado de padres a hijos, en nuestra ciudad se encontraban infinidad de ellos. Otra peculiaridad fue que algunas, finalizaron como talleres muy importantes de mecánica, entre las mismas citar a los García, Parpal y a Parot, el mecánico más importante en la construcción de norias que fueron bautizadas con su apodo. Ses sínies Parot.No tan solo se dedicaban a herrar, rejas y punzones, hacer aperos de labranza, ollas y cazuelas de hierro, trabajos de cerrajería, rejerías y por supuesto trabajos tan laboriosos como balcones y pasamanos, balaustradas para escaleras. También participaban en las labores del guarnicionero, el carpintero debía contar con su ayuda, al igual que los albañiles manejaban las paletas, entre otras muchas herramientas.

Interesada por conocer los nombres de las distintas herramientas que usaban aquellos talleres, mi padre al cel sia me fue dictando uno a uno :

Enclusa/ Manxa/ esmolles de foc/ Caragol de mà/Tornesclus/ Carrutxa/ Clau muleta/ Tornaganxas/ Mossa/ Mordasas/ Passadora/ Punxons de tota mida/
Escaire de mànec / Martell de forjar/ Martell de bolla/ Martell de pena/ Mall/ Encanyador/ Plana/ Tallant/ Punxó/ Gúbia/ Arquet/ Arcs de serra de varias mides/ Atiador/ Pixot/ Entaulador/ Estenalles de vàries mides/
Con el paso de los años se usaron las famosas llaves inglesas, ellos usaron unas parecidas hechas por ellos mismos, de grandes proporciones.

Infinidad de datos y curiosidades se podrían añadir que espero en breve detallarlas, que en este viernes me es totalmente imposible poder hacerlo.

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margarita.caules@gmail.com