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Tras dieciséis años de actividad, el Ecomuseu de Cavalleria ha cerrado, por algo tan simple como la no renovación del contrato de alquiler del espacio que ocupaba en la finca Santa Teresa. Este museo privado ha representado una oferta cultural y turística de primer nivel y Menorca no puede permitirse que desaparezca sin más. La unión del museo con la zona arqueológica de Sanitja, y la organización de actividades de excavación, representan un modelo que vale la pena mantener y potenciar. Además se trata de una iniciativa privada, que no ha de representar un coste público, lo que no quiere decir que las administraciones deban obviar la problemática de esta oferta museística. Los colectivos culturales de forma mayoritaria respaldan la idea de trasladar el museo al faro de Cavalleria. Parece su destino natural. Hace falta una inversión para acondicionar esta instalación, que por otra parte es un patrimonio público, como los otros faros, con riesgo de perderse por el desuso. El depósito de las piezas en el almacén del Museu de Menorca debería ser provisional. El promotor del Ecomuseu y las administraciones públicas deben encontrar el camino para que Cavalleria no pierda uno de sus principales atractivos.