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Decir que fueron cuatro los comercios con el rotulo familiar de Casals. La primera se encontraba en Mercadal, fundada por el patriarca, Juan Casals Saurina (Arbúcies, Gerona 1894-1977 ), puesta en marcha desde un principio, a la vez que se le conocía como marxando. Tienda que reabrió al finalizar la guerra y ser liberado después de cinco largos años de vivir entre rejas, crueldad que hubo de compartir con su primogénito, a pesar de su extremada juventud, al igual que su segunda esposa Laura Villalonga con la que tuvo una hija, María Araceli.

El segundo establecimiento Casals fue montado por el hijo mayor del geronés. Juan (Mercadal 23-5-1921) lo hizo en Mallorca en 1943, con la ayuda de los Alcover, familia muy prestigiosa en el ámbito textil, propietarios de una importante fábrica en Soller, donde tenían mucha fama ses teles de llengos. Juan siguiendo los dictámenes de su padre, experto comerciante. Muchos mahoneses le recuerdan en la calle de San Miguel, muy cerca de la iglesia que da nombre al lugar. La tercera la inauguró Lluís en Mahón, como ya escribí, y más tarde otra tienda Casals en Alaior, la cuarta de la inconfundible saga.

Centrándome en la de esta ciudad, debido al éxito de genero y clientela, casados y establecidos, el joven matrimonio Luis Casals y Angelita Pedreño en la cuesta Deya, subiendo a mano derecha. En su hogar correteaban dos preciosos niños, Jerónima, a la que siempre llamamos Minita, y Lorenzo que esta misma semana ha cumplido cincuenta y siete años.Que en puguis fer molts.

Los de mi encollada recordamos la acera de la izquierda de la calle Nueva, entrando por la Ravaleta. Esquina con la cuesta Deyà, la perfumería de Consuelo Riudavets, con sus colcrems, beñulas que almidonaban las pestañas, los dedales de polvos suspirs d'enamorada, dando un fulgor y rubor a las más jóvenes. La casa Calafat, en mi mente permanece la figura de la abuela, con sus hijas dispuestas a atender a las clientas. En el escaparate, labores de lana para bebé y recién nacido, baberos, infinidad de labores muy bien realizadas. También toda clase de hilos para bordar, perlés, lanas, ganchillos, agujas de hacer calceta, ropa para vestir a los pequeños de la casa, todo de muy buen gusto. Algo de perfumería, jabones de olorete y colonia de baño embotellada.

Entre las dos tiendas, el carro de helados de Mateo Martínez, con sus gildas rojas granas, dulces y apetitosas prohibidas antes de comer. Sobres de "neules", todo ello de fabricación casera, entre él y su esposa elaboraban estas cosas y muchas más, garrapiñadas, manzanas envueltas de caramelo, etc.

Continuaba el salón del señor López, reputado limpiabotas, con su sillería parecida a la del cine Consey. Persona muy apreciada por todos, excelente músico. Sempre tenia gent, especialmente los días festivos, era primordial llevar el calzado brillante y reluciente, a veces las mediasuelas flaqueaban, pero la piel brillaba de tintes o de restregar con betún. A continuación, La Valenciana, de toda la vida, mezcla de tienda de loza, objetos de regalo, platos, cazuelas de barro, caballos y muñecos de cartón, pelotas, espantasuegras, tambores. Alquilaban el menaje para fiestas, entregándolo en cestos de mimbre. Pared medianera, el establecimiento Singer, a cargo del señor Paco Orfila, mecánico, especializado en aquellas máquinas lo que hacía que siempre visitara los talleres de modistas, casas particulares; en aquella entrada Nini, una mujer encantadora y su hija Paquita. Desde la calle se escuchaba el ruido producido por el pedaleo de un grupo de jóvenes a las que Nini enseñaba a bordar.

A la salida, el puente del Ángel, en invierno ocupado por mi vecina, la señora Teresa, la castañera y su fuego que avivaba todo el oscurecer, siendo solicitadas aquellas ricas castañas servidas en cucuruchos de papel de periódico.

En la esquina, los restos de lo que fue un gran comercio de los años veinte y treinta, la casa Saborido, la mejor juguetería según muchos de los nacidos a principios de 1900.
Bullen en mi mente las últimas ventas de aquella antigua juguetería con montones de platos, jarrones de cristal, juegos de café, todo ello se vendió a precios de locura.
Menuda vuelta he dado en mi calle Nueva y Ravaleta para llegar a decir que en el antiguo comercio Saborido, se abrió la nueva tienda Casals, más amplia, la de enfrente se había quedado molt petitona.

En aquel amplio local, propiedad de los hermanos Borras de Na Xenxa, Luis Casals montó su nueva tienda, tras haber realizado algunas reformas ofreciendo a su público más espacio. Los amplios escaparates mirando a la calle Nueva y otro al Pasaje Juan B. Sitges nº 2. En el primer piso se encontraba el hogar de la familia.

Como si fuera hoy, la cantidad de gente que pasó por el nuevo comercio, atendido por el singular matrimonio. La nueva tienda Casals fue bendecida por don Jaime Cots de Riera, íntimo de Luis Casals, junto a otro gran amigo, Alberto Ruiz del Campo. Casi todos los días se les veía pasear a los tres hombres que, amén de amistad, compartían ideales. Luis, cristiano y fervoroso, al igual que su mujer, crearon un hogar modelo, y había puesto asimismo al servicio de la religión sus dotes de inteligencia y celo, habiendo desempeñado cargos directivos en Acción Católica y otras asociaciones, entre ellas la presidencia de Caritas.

Aquel matrimonio, amigo de sus amigos, que con tanta frecuencia se le veía en el bullicioso Mahón, disfrutando del ambiente junto a otros matrimonios, gozaban de cuantas festividades se celebraban a lo largo del año. Quien les iba a decir que aquel febrero de 1965, cortejando el carnaval, Lluís Casals se despediría de los suyos. Con tan solo cuarenta años Dios se lo llevo al cielo.

Fue una de las grandes pruebas que Angelita Pedreño tuvo que afrontar, sus dos niños demasiado pequeños para comprender lo que sucedía. La vida continuó, las puertas de Tejidos Casals de la calle Nueva abrieron de nuevo, mientras Nito y Tino subían las persianas de sus grandes mostradores nuevamente mostrando las últimas novedades. Aquella mañana bajó la escalera del piso a la planta baja, otra mujer, atrás había quedado la Angelita, la que cautivó a un jovencísimo Lluís. En aquel instante, vestida con traje chaqueta corte sastre en negro, de riguroso luto, semblante triste, pero recordando la lección recibida de como atender y satisfacer al público. Para ello tuvo mucha suerte, es marxando, su suegro, la apoyó en todo, encargándose en la parte administrativa, viviendo con su nuera y aquellos niños que iban creciendo. Otra persona muy querida, la tía Eulalia Palliser Villalonga, la segunda madre de Lluís, auténtica abuela, mano derecha de Angelita, enseñándola en las artes de los fogones, preparando exquisiteces, siempre juntas.

El luto se fue aliviando poco a poco, con blusas de diminutos lunares blancos, lilas y morados, grises y medio luto, pero jamas, hasta el mismo día en que Angelita subió al cielo, al encuentro del que le había prometido su amor para toda la vida, fue olvidado. Angelita, la menor de doña Soledad Barbero, la de las manos de oro, la que había vestido la mayoría de nuestras vírgenes, bordando los ajuares de nuestras sacristías, fue un ejemplo. Casals, fue el primer comercio de esta ciudad que ofreció al público un variado surtido de ropa de casa confeccionada, dando pie a que otros lo imitaran, confeccionando cortinas y montándolas, pero los primeros fueron Nito y Tino de casa Casals, después llegarían otros. Entre ellos la señora Morera, y su esposo, Juanita Pablo, etc.

Me despedí de Minita y Lluís, en la paz de los bucólicos jardines de Ca na Xini, con la luna llena, burlona, y testificando una amistad de toda la vida, de las que perduran. Alzamos las copas de un vino Hort Cupatge 2009, que este 2013 ha obtenido una medalla de oro, y otra de plata, asignada al Hort Merlot 2010, en el concurso celebrado en Vitoria.
Prometí volver, pero será en septiembre, cuando hay tanto por hacer en los viñedos, cuando sus frutos lucen al sol, los que más tarde se podrán degustar en otra noche como esta, la del tiempo, la del recuerdo.
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margarita.caules@gmail.com