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El 14 es un número que invita al error. 14 puede ser el propio 14 o, en un tecleo rápido en un ordenador, el 41. O puede que sea 1/4 huérfano de barra diagonal. Por eso yo, como debería hacer todo el país, comprendo y entiendo el error de Hacienda atribuyéndole la venta de 13 fincas a la infanta Cristina en mitad de su presunto follón legal en el 'Caso Noos'. Entiendo que alguna persona, en sus quehaceres diarios, se hiciera un lío con el complicadísimo número de DNI que se le atribuye a la hija del rey. "Se ha confundido con el número de otro usuario", ha venido a decir la Agencia Tributaria, escurriendo el bulto. Un error lo puede tener cualquiera.

Lo curioso es el sujeto del error. Entiendo que entre el papeleo, al trabajador de turno se le fuera de las manos ya que la infanta tiene un nombre muy común. En su Documento Nacional de Identidad figura Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, y en Menorca, por ejemplo, muchachas con ese nombre las hay a decenas. No es tan común como Joan Pons, María Carreras o Miquel Sintes, pero ahí está, peleando por colarse en el podio de los nombres y apellidos más habituales de la Isla. Imagínate a nivel nacional, amigo lector. Por eso creo que es de recibo disculpar a la persona que cometió el error y que primero no vio que el DNI 14-Z era de su 'mini' majestad.

Los fallos de este y cualquier tipo en Hacienda son algo habitual. ¿Acaso no hay nadie que haya salido beneficiado de una 'pixada fora de test' de la agencia en cuestión? ¿No? Pues vaya… El caso es que ya son demasiadas coincidencias y malos entendidos en todo el percal que rodea a la infanta y al infanto Urdangarín. "La justicia es igual para todos", dijo el Suegrísimo en su mensaje navideño y aún se puede oír cómo se parte de risa por los rincones de la Zarzuela. Pero lo cierto es que mientras se intenta encerrar en la cárcel a una madre sin trabajo que se encontró una tarjeta de crédito y compró, desesperada, algunos productos básicos para su pequeño, resulta patético ver las triquiñuelas reales que lo alejan a él y a ella, de donde se merecen. No justifico ni a uno ni a otra. Pero veo más punible al que teniendo muchos millones presuntamente comete un delito para agenciarse muchos millones más que a la madre desesperada. Y para mi, él y ella, ni son reales, ni deberían aspirar a serlo. Me parecen de Cantinpalo. Como los chorizos.
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dgelabertpetrus@gmail.com