Primer pase de modelos en la propia tienda des Camí des Castell, pudiendo observar a Niní Pons Goñalons. - F.F.

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A medida que intento introducirme, en la vida del fundador de Almacenes Fortuny y añadiendo lo que recuerdo y viví en las décadas 1950- 1980, me doy cuenta que es fill des saig des Castell, fue un emancipado, uno de los primeros estilistas del pret a porter de la segunda mitad del siglo XX en Menorca, dando una prueba mas del constante espíritu renovador de la firma que en 1943 inició en la calle del Castillo, sin pretensiones conformándose con una entrada en aquel antiguo establecimiento de venta de tabacos Ca n'Alles.

José Fortuny junto a su esposa Antonia filla des patró Previ, se establecieron contra todo pronóstico por parte de sus familias. Tal como indiqué la pasada semana en 1955, renovó el edificio apostando por una nueva edificación de características modernistas, con la fachada estucada, tal cual los nuevos comercios que él iba observando al pasar por el paseo de Gracia y calles adyacentes de la capital catalana, a buen seguro en su bloc de trabajo, siempre tan meticuloso debió tomar notas y características de lo que iba viendo y a la vez deseaba realizar.Dice el refrán, querer es poder y Fortuny lo logró.

Si bien el establecimiento no se encontraba en el centro de la ciudad, su producto era tan atrayente y sus precios tan ajustados que se veía compensado por la afluencia de público que al salir a pasear traspasaban la iglesia del Carmen, dirigiéndose hacia es Cami des Castell, para ver las exposiciones que todas las semanas preparaba pudiéndose contemplar a través de sus amplios escaparates.

Can Fortuny, será por siempre recordada como una tienda de telas que conservaba el carácter de las antiguas con excelentes profesionales siempre dispuestos a ayudarte a encontrar lo que buscabas. Una atención fantástica por expertos del ámbito textil; y aún podría añadir mucho más, no dejo de recordar con qué maña y habilidad el señor Fortuny y Sensio también, ambos al cel sien, medían, cortaban en un abrir y cerrar de ojos los metros deseados, lo que más me sorprendía, era ver lo recto que las tijeras se dirigían de un lado a otro, o cuando después de un pequeño corte, sesgaban y ¡ras ¡ quedando separado el trozo deseado, de la pieza matriz.

Si se tiene en cuenta que el sábado era la jornada más productiva comercialmente de la semana, Fortuny, se encontraba situada en una zona industrial, Codina Villalonga, popularmente conocida por la fábrica de gomas en la calle San Manuel esquina Infanta y Campamento a su alrededor nacieron las bisuterías en todas las calles, es fácil imaginar la cantidad de mujeres que al finalizar la semana, se dirigían a casa Fortuny.

A buen seguro muchos de ustedes recordarán los populares, fondos o grupos. Una especie de hucha con posibilidades de tener la suerte de que tu número abonado fuera el afortunado con la terminación de la lotería nacional, que se celebraba todas las semanas en la capital de España, ofreciéndose los números premiados a través de las noticias de las catorce treinta por RadioNacional, alegrando el fin de semana a la agraciada.

El abono de aquellas cincuenta y dos semanas solía ser de diez a quince pesetas semanales, que se dejaban de abonar si tenías la suerte de ser premiada, entregándote el importe con género.

Cada fondo era de 100 números lo que equivalía a 1.400 semanales. Una feinada. La cosa escrita así parece muy fácil, pero resultaba muy trabajosa, tanto que Alberto Fortuny, en edad escolar, tras haber finalizado los deberes y haber memorizado las lecciones del día siguiente, en el escritorio de su padre le esperaban varias cajas a modo de archivo donde debía rellenar debidamente, nombre apellidos, domicilio, importe etc. de las clientas abonadas al grupo. No acababa ahí la cosa, debía pasarse casa por casa para su cobro, lo que equivalía hacer un itinerario para no perder pasa. Si bien más arriba indicaba el ruedo de fábricas y talleres con que se encontraba Fortuny y lo que representaba en bien de la firma, puedo afirmar sin temor a equivocarme que su clientela se encontraba dispersa por todo Mahón.

Los constantes desplazamientos a Barcelona, su interés por el mundo de la moda, le llevaron a comprender que había llegado el momento de introducir en el vestir hombre y mujer, algo diferente, desde tiempo venía observando en la prensa y sus contactos textiles que Europa, contagiada por el buen hacer americano, se adquiría la confección y en las principales capitales españolas se hacía lo propio. Lo que le hizo decantarse por aquella especie de revolución, y le llevó a dar el salto. Y así fue.

Su hijo Alberto había finalizado con muy buenas notas el bachiller superior y con tan solo diecisiete años estuvo una temporada en Barcelona realizando el aprendizaje en una firma de las más importantes de Cataluña. Sitges y Cia, sita en la Gran Vía. Exclusivas de tejido mayor y detall. Aquella especie de aprendizaje, hoy conocido por Master, le sirvió de mucho. La prueba está en sus cincuenta años tras el mostrador. Alberto Fortuny, aprendió el oficio con un sobresaliente alto, haber nacido entre tejidos y haberse desenvuelto toda su vida en el mismo ambiente lo ha hecho un gran conocedor del tema. Alberto, con su trato afable, sus maneras, sus modales, discreto y cercano a la vez dando confianza a la clientela.

Recuerda las diez horas diarias a las órdenes de un encargado que no em deixava passar ni una. De pie toda la jornada, con americana y corbata, plegando ropa, la misma que los dependientes iban desplegando. Alberto la iba colocando en su sitio por orden de colores y de texturas.

Decir que quedó sorprendido en 1960-61, de cobrar quinientas pesetas mensuales, vivía en la calle Casanova frente al Coliseo. Se trataba de una casa particular que alquilaban habitaciones, recomendada a sus padres por ser una familia de toda confianza molt nets i molt seriosos. Una de las ventajas, la parada frente a la misma puerta del tranvía que lo dejaba frente a su puesto de trabajo, en Barcelona, significaba una gran ventaja.

Al regreso del que sería el continuador de la saga Fortuny, se celebró el primer desfile de la tienda. Estaba decidido, su padre no volvía atrás, al contrario tiraba avant. Aquel sábado, al cerrar la tienda, se inició el vaciado de la misma, pasando todo a la carpintería de su vecino Tiago. Telas, cajas, muebles, estanterías, todo, dando la sensación de que se mudaban de casa, montando una especie de pasarela donde al día siguiente, domingo se celebraría el primer desfile de modelos.

Berto, lo ha olvidado, pero a buen seguro, eran más de las tres de la madrugada cuando se dejó por finalizado, toda la familia había estado trabajando codo a codo, esta era la mejor aptitud. Siempre iban a la una.

No es preciso que nadie me lo dicte y mucho menos me lo corrobore, al ser vecina del lugar, aún hoy recuerdo que aquel lunes todas hablaban de lo mismo, en la lechería, en el horno y en la propia fuente de la plaza de San Roque, iban diciendo del éxito del pase de modelos de casa Fortuny, las chicas preciosas peinadas por Enrique y Paquita de mi Salón, el lleno fue total, tanto que al próximo año se repitió en el Club Marítimo de Mahón. La familia Fortuny Previ, estaba de enhorabuena.

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margarita.caules@gmail.com