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Tengo una teoría. Cuando llegue el enésimo Apocalipsis, la raza humana se resetee como si fuera un ordenador, y tengamos que volver a inventar todo desde cero, nuestra era dejará como legado las rotondas. Creo que ese es el empeño que nos hemos fijado. Si otras civilizaciones nos dejaron las navetas, las taulas, el Machu Pichu, las pirámides, el Coliseo Romano y demás joyas arquitectónicas, la futura generación heredará de nosotros las rotondas… Y muchas deudas, seguro.

Si ese no es el propósito, yo no lo entiendo. Quizás otro aliciente es que de ahora en adelante a Menorca se la conozca como "S'illa des vent i ses rotondes", o que a corto plazo se empiece a cobrar entrada a los turistas para que visiten la rotonda de Ferreries, la más grande de la Isla, como si de la Catedral o el museo se tratase.

Turismo alternativo lo llamarán. Está el visitante que viene buscando sol y playa, el que quiere sensaciones, aventuras y deportes, el más perezoso que se aferra como alma que lleva el diablo a la pulsera del todo incluido y se la trae floja lo que pasa más allá del buffet libre y de la piscina y ahora estará, también, el fetichista, al que le pierden las rotondas.

No me extrañaría que en el censo menorquín pronto haya más rotondas que personas. Está claro que en la Isla nunca habrá más glorietas que políticos o cargos de confianza, pero que no se equiparen los números con el tiempo. Porque, para qué negarlo amigo lector, la generación del mañana no son las joyas que salen por televisión en Gandia Shore, Gran Hermano, Mujeres y Hombres y Viceversa, y demás, son las rotondas, y todo el mundo sabe que de las rotondas venimos y hacia las rotondas vamos.

Ahora solamente falta que todos, de una puñetera vez, nos pongamos de acuerdo en cómo usarlas, porque acaba de empezar el mes de agosto y habrá notado el usuario medio que somos más conductores. Si cada uno aplica su criterio al aproximarnos a la glorieta, a lo mejor nos extinguimos antes y no hará falta Apocalípsis ni meteorito a lo "Armageddon" que lo mande todo al garete. Todo, evidentemente, menos las rotondas.
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dgelabertpetrus@gmail.com