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Basta recorrer algunos tramos del Camí de Cavalls o los accesos y aparcamientos de las playas vírgenes para darse cuenta de que la imagen que ofrecen no es la que vendemos a los turistas que nos visitan. El gran producto que tenemos, basado en el extraordinario paisaje, topa con la falta de civismo de mucha gente que deja esparcidas sus basuras por estos espacios públicos. Es evidente que hay que mejorar el servicio de limpieza, con un refuerzo importante de personal en los meses punta de la temporada turística, pero el mayor gasto público no puede sustituir el grado de civismo necesario de los residentes y especialmente de los turistas. En estas zonas, sobre todo en los aparcamientos como el de Cala Mitjana, convendría instalar más medios de recogida de basuras y colocar algunos carteles en los que se solicite la colaboración de los visitantes para poder continuar disfrutando de la belleza de nuestros paisajes, así como de las posibles sanciones por ensuciar el entorno. El mantenimiento de la buena imagen no es una cuestión secundaria o anecdótica, sino suficientemente importante para que las administraciones le presten mayor atención y los propios menorquines practiquemos con el ejemplo, dejando cualquier espacio público mejor de como lo encontramos.