TW
0

Cada año desde 1999 el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer o contra la violencia de género y se suceden los actos, los gestos, las publicaciones e informes. Y cada día las noticias nos confirman que el problema está lejos de resolverse. Y eso solo si lo circunscribimos a nuestro entorno próximo y no fijamos la vista en países en los que los derechos no existen ni siquiera en un papel, en una ley. Setecientas mujeres han fallecido en España en la última década a manos de sus parejas o exparejas sentimentales. Esa es la última, triste y fría estadística.

Porque ahora se contabiliza, hace años, no tantos, eso no sucedía. El problema existía pero no salía de la casa, la familia, la alcoba, entre otras cosas porque aquellas mujeres tenían pocas posibilidades de ser escuchadas, protegidas, de iniciar una nueva vida, sin independencia laboral o económica, sin plena equiparación jurídica al hombre hasta que no se aprobó la Constitución de 1978. Y conviene recordarlo, porque 30 o 40 años en historia son un suspiro, y muchas de las cosas que ahora se viven con naturalidad, que se dan por hechas, simplemente no existían, y costó lograrlas. Las chicas y chicos que ahora están en su adolescencia, empezando en sus relaciones, reciben mucha información pero parece que no la acaban de asimilar, porque las cifras del maltrato crecen entre los menores. Además, ellas -y ellos-, se enfrentan a nuevas formas de violencia, que no siempre tiene que ser física, sino que también puede ser psicológica, de abuso y acoso, y a través de nuevos canales y con nuevas tecnologías, que los chavales consideran inocuas. No puede cundir el desánimo, solo con educación y prevención llegará el día que no haya nada que conmemorar.