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No sé de qué año es ni cuándo fue tomada la foto, lo he buscado después de que el domingo reposada mirara el Facebook. Esta imagen me atrapa de tal manera que al sumergirme en lo que me transmite cambia mi cuerpo y la intención de seguir mirando por esa ventana. Una organización había colgado esta imagen con su siguiente texto· «Angelina Jolie. Durante una de sus visitas a África, la actriz encontró a un niño de 7 años que traumatizado por tantos conflictos entre las tribus, y por tener problemas conductuales y presentar estados de agitación, lo mantenían amarrado a un árbol las 24 horas del día». El momento se describió así: «Jolie lo miró a los ojos. El niño quitaba la mirada y agachaba la cabeza. Jolie se acercó. Él temblaba de miedo… pero dejó de hacerlo en el momento en que sintió los brazos de la actriz alrededor de su cuerpo en una manifestación de algo llamado abrazo, una sensación que el chico desde hace mucho había olvidado. Terminó abrazándola, llorando de felicidad. No porque supiera quién era ella, sino por lo maternal de sus abrazos, besos y sollozos compartidos con él».

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Me estremecí. Un abrazo, un acto sencillo y que damos poco. El hecho de abrazar a alguien, de cobijarlo entre tus brazos, ampararlo en tu fortaleza y estrecharlo contra tu pecho. Para aliviarle el dolor; para salvarle del miedo; para manifestar alegría; para dar las gracias. Un abrazo, cuerpo con cuerpo es mostrar tu humildad y recoger la emoción del otro. Es dar tu fuerza y equilibrar el temblor del otro. Si damos sentido a abrazar un árbol, abrazar a una persona que quieres es derretirse. Abrazar a quién no conoces es emocionarse. Jolie, consume su delgadez en un abrazo maternal, cariñoso, suave, pero a la vez intenso. Sus huesos que estiran su carne se fusiona con la piel negra de un niño encadenado. ¡Angelito negro! ni él comprende qué leyes dominan su sociedad retrógrada. Y se transmite en ese abrazo necesitado. ¡Cuánto hace qué no se lo dieron! Caminar hacia él, buscarse con la mirada tímida, agacharse a su altura, abrir los brazos y fusionarte con su realidad para salvarlo durante segundos. Una imagen brutal, arrolladora. Y aprendo, y mi corazón no deja de manifestarse, pum! pum!, y mi lacrimal se equilibra cerrando los ojos, sintiendo ese mismo abrazo, intenso.


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