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Ahora también sabemos que uno de cada cuatro parados no puede comprarse las medicinas que necesita porque el repago se lo impide, ahora sabemos que el 20% de los pensionistas tampoco compran los medicamentos que necesitan porque se gastan la pensión en dar de comer a sus nietos. Ahora sabemos que dos millones de niños están malnutridos pero para que no se les vea algunos se niegan a abrirles el comedor escolar en verano, como si la vergüenza matara más que el hambre. Ahora también sabemos, queridos lectores, que el número de suicidios aumenta, el año pasado hubo 3.500 según el Instituto Nacional de Estadística, muchos más que muertos por homicidio o en accidente de coche, sin embargo de este tema tabú no se habla, no existe, no hay un plan nacional para combatir semejante vergüenza.

Por más que se escondan dentro del coche oficial, detrás del guardaespaldas y entre las cifras macroeconómicas deben saber que parte de esas muertes son fruto de sus recortes en sanidad, educación, dependencia, servicios sociales, parte de esas muertes son fruto de su sumisión a banqueros y corruptos, deben saber que antes o después los damnificados les señalaran con el dedo, y por más que jueguen al victimismo estilo infanta les mostraremos el horror que causan sus decisiones, su manera inmoral y cruel de gestionar el dinero público.

A pesar de todo esto, y del ridículo que ha hecho la selección de fútbol en el Mundial de Brasil, los voceros oficiales se empeñan en seguir pregonando que la cosa mejora. Y quieren que nos convirtamos en lelos creyentes de su discurso cuando nuevos datos demoledores golpean una y otra vez su cacareada recuperación.

Y como la selección de fútbol palmó y las elecciones europeas les salieron rana pues se inventan un galimatías fiscal de tres pares de narices para que parezca que algo se mueve, cuando realmente no es que todo siga igual sino que va a peor.

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Y reducen el éxito de la mayoría al hecho de pasar de parado a explotado, de pobre a precario, del ayuno forzado al plato de pasta diario, mientras ellos siguen sumando cuentas en Suiza y facturas de marisco en cajas B, les va el lujo hortera.

Viendo el panorama ganas dan de irse de vacaciones, y ya que lo de ir al paraíso queda cada vez más lejos el destino más factible es el Limbo, esa tierra de nadie, ese sitio de nada, ese lugar de paso que se convierte en definitivo, ese espacio para los olvidados o los borrados que parecen no contar mucho para nadie, pero en el que al menos te dejan tranquilo.

Las agencias de viajes astral se pondrán de moda, la gente se apiñara en sus puertas para conseguir billete al Limbo, deseando huir de una realidad que cada vez se hace más insoportable, y no lo digo yo porque sea un agorero apocalíptico, lo dicen las cifras de consumo de ansiolíticos y antidepresivos que se han disparado como si fueran caramelos, según datos de colegios farmacéuticos.

Sí que hay cosas que pueden, que deben, mejorar pero no por el camino que ellos nos marcan, sino más bien yendo en dirección contraria. Simplificando que es gerundio: privilegios de las elites o derechos de los ciudadanos, esa debería ser la elección, el resto son culebrillas de verano, noticias sin fundamento, murmuraciones para crear temas de debate estériles que nos mantengan ocupados un tiempito ¿se acuerdan el verano pasado la matraca que nos dieron con el manido rollo de Gibraltar?, a ver cuántas nos cuelan en este.

conderechoareplicamenorca@gmail.com