Hedy Epstein de 90 años en St. Louis, Missouri, detenida por la policía cuando protestaba por el asesinato de Michael Brown

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Llevamos unas semanas en que uno no puede leer las noticias de la prensa sin sentir horror. Las matanzas en Gaza y Siria no paran. Solo heridos y muertos por todas partes es lo que vemos. Gaza en particular crea un sentimiento profundo de fracaso de la humanidad. Allí es un gobierno de un país supuestamente civilizado y culto el que lleva una matanza de civiles, en particular niños. Es un horror sin sentido.

Además parece que no se pueda ni criticar ese horror. En EE. UU. particularmente, a las críticas al gobierno de Israel se las descalifica muy a menudo llamando antisemita a quien osa hacerlas. Es la táctica habitual, no responder a las críticas e insultar a quien las hace con apelativos genéricos.

Hedy Epstein de 90 años en St. Louis, Missouri, detenida por la policía cuando protestaba por el asesinato de Michael Brown
Hedy Epstein de 90 años en St. Louis, Missouri, detenida por la policía cuando protestaba por el asesinato de Michael Brown

Los judíos han sido perseguidos y maltratados durante siglos, pero eso evidentemente no da el derecho de tratar a los demás como ellos fueron tratados. En ese sentido ha reaccionado un grupo de 327 judíos que sobrevivieron persecución en la Alemania nazi y algunos descendientes condenando esta actitud. En una carta publicada en el «New York Times» dejan claro que «nada puede justificar bombardear los refugios de la ONU, hogares, hospitales y universidades. Nada puede justificar el dejar a la gente sin agua ni electricidad».

Muy interesante ha sido ver también la reacción del holandés Henk Zanoli‚ de 91 años, que protegió y escondió a un niño judío durante la ocupación de Holanda por los nazis. Fue condecorado hace unos años por el gobierno de Israel por estos hechos, ahora ha devuelto la medalla a Israel. Resulta que el 20 de Julio un bombardeo israelí destruyó la casa y mató a seis miembros de la familia de Zanoli que vivían en Gaza.

En la carta que escribió al devolver la medalla, dice que después del horror del holocausto él y su familia apoyaron las aspiraciones del pueblo judío de reconstruir un hogar nacional. Pero reconoce la continua decepción que ha ido sufriendo estos años por el comportamiento del Estado de Israel. Pone el dedo en la llaga al identificar la raíz del problema en el concepto de doble estado. Como dice, este concepto se basa en una idea de discriminación, el mismo tipo de idea que llevo a la persecución de los judíos.

Es reconfortante ver la reacción de estas personas, nada sospechosas de antisemitismo, el plantar cara y defender lo que es justo. Pero no es solo Gaza, hay muchas Gazas en ese mundo.

Hace pocos días hemos visto el comportamiento de unos policías en la ciudad de Ferguson, en el estado de Missouri. De nuevo tenemos una situación de discriminación racial. A pesar de los años que han pasado desde el reconocimiento como ciudadanos de pleno derecho a los descendientes de los esclavos en EE. UU., aun existe el prejuicio racial y el doble rasero en muchos estados. La discriminación por el color de la piel existe y ha acabado con la vida de personas de color.

Pero más al sur, en la frontera con México, los niños abandonados y rechazados en la frontera es otro escándalo de la discriminación. Son Gazas menos espectaculares, pero el sufrimiento infligido a las personas es igual y se basa en el mismo principio: la discriminación.

Hay otras Gazas más cerca, en las fronteras de África con Europa. Miles de africanos que buscan una vida mejor, a veces simplemente poder vivir, son rechazados brutalizados, abandonados.

En la carta que antes mencionaba publicada en el «New York Times», los autores afirman: «El genocidio empieza con el silencio del mundo». Ese silencio es el que hay que romper y esos ejemplos muestran el camino. Una muestra evidente de quienes luchan para evitar ese silencio nos lo ha dado una mujer Hedy Epstein de 90 años en St. Louis, Missouri, protestando por la muerte de Michael Brown. Esa frágil mujer se la llevó la policía esposada como si fuera un criminal peligroso por negarse a interrumpir la protesta. La fotografía de ella detenida por la policía es una forma de romper ese silencio y de demostrar la realidad al mundo.