TW

Los hombres sabios adelantan el pensamiento a las palabras. El resto de los hombres lo hacen al revés.
Es cosa muy cierta que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de lo que callamos. Abrupta filosofía que nos avisa de que en boca cerrada no entran moscas. Cuántas veces por eso nos toca recordarlo. Es muy frecuente perder esa maravillosa oportunidad de estar callados. En política es de mucho provecho pensar antes que hablar, pero es desastrosamente frecuente lo contrario, hablar y luego pensar, lo que puede meter al político en un brete, sobre todo cuando un periodista anda fino en su oficio recogiendo el grano y no la paja (que también suele pasar). Lo dicho por el político puede ser una purga, un fino aguijón con que zaherir sin piedad el curriculum del político que aventuró sin pensárselo dos veces la integridad de su mano poniéndola sobre el fuego para defender a un compañero del partido, acabando, como tantas veces, con la mano hecha un tizón en la unidad de grandes quemados.

Rajoy dijo de Carlos Fabra: «Fabra es un ciudadano y un político ejemplar para el PP». Hoy todo el mundo sabe que es un ejemplar lamentable. Un ejemplo más de esos indeseables politicastros corruptos que tanto daño le hacen a la política enmierdiándola hasta límites de pura náusea. Otro de esos días especialmente negados como oráculo del señor Rajoy, fue cuando al calor de un mitin acertó en mala hora a decir que iban a hacer en España lo que Jaume Matas en las Balears. ¡No foti señor Rajoy! Vaya sitio que eligió usted para atar la burra. Otra frase lapidaria del señor presidente es aquella de cuando nos aseguró de que «si no lo llevo en mi programa no lo hago». ¡Déu meu senyor! Precisamente puesto en faena, ha hecho usted justamente todo lo contrario.

Noticias relacionadas

Hay una frase del señor presidente del gobierno que me encanta. Es de esas frases cuyo padre y madre se adivina que son fruto de la buena retranca de un gallego con muchos años de navegar por el proceloso mar de la política, tan asistido de abrullos capaces, al más mínimo descuido, de descuadernarte la mejor nao. Y dijo Rajoy: «Puede pensar lo que estime oportuno porque a lo mejor acierta». En mi opinión, eso no hay quien lo mejore. Mire usted señor presidente.

Por cierto, en esta industria, a veces apretada, de las frases de los políticos, también se cometen tropelías, vergonzosas injusticias. A Eduardo Zaplana se le atribuye desde los tiempos de Naseiro (hace 20 años) «estoy en política para forrarme», siendo lo cierto que Zaplana jamás dijo semejante frase. No obstante, ese sambenito ya le acompañará hasta los restos porque somos un país que cuando algunas cosas se mitifican, ni con jabón, lejía y agua caliente, se borran del maltrecho historial de quien ya jamás se verá libre de tan injusta felonía. Es la vida inventada y adosada con maligna intencionalidad a la verdadera de los hombres que en cualquier rama del saber o del quehacer humano, han ocupado un lugar prominente. Raro es el que escapa impoluto a la destructiva guadaña de la lengua humana.