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Los niños no se tocan. Son un bien de futuro. Son sagrados. Cada día vemos, escuchamos sucesos terroríficos donde los protagonistas, por desgracia, son niños víctimas de adultos. Me voy a referir a tres casos. El primero: me llamó la atención un niño en Siria en pleno tiroteo, blanco perfecto, se hace el muerto y segundos después se levanta corriendo para salvar a una niña de una muerte segura, y los dos cogidos de la mano salen como un rayo a salvaguardarse. Parecer ser que estas imágenes han sido pura ficción, es decir es un falso vídeo para remover conciencias. Fue filmado por el realizador noruego Lars Klevberg en Malta con actores profesionales. El realizador de 34 años declaró a la BBC que quiso crear un debate sobre los niños en las zonas de guerra. Y desde luego que lo consiguió. Cuando vi estas imágenes por las noticias pensé en lo heroico de ese niño inocente -y seguramente de otros que no se ven- cómo arriesgaba su vida por otro y, lo cruel que es la guerra quitándoles la imaginación del juego por el miedo a las balas.

El segundo caso: un niño de dos años encontrado muerto en las vías de tren en Oviedo, vestido con chilaba y dentro de una maleta. Falleció de una brutal paliza a manos de sus presuntos padres. La rabia que me entra es descomunal, escribirlo me da asco. ¡Dios mío! Cómo llegar a arrancar la vida de esa manera a un ser indefenso, con la desventaja de su fuerza y de su estatura. Aaaaah! grito de rabia. ¡Los niños no se tocan!

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Y el tercer caso: un joven que tiene ahora veinticinco años escribió al Papa una carta desvelándole los presuntos abusos sexuales de varios sacerdotes de Granada en su etapa de adolescente. El Papa Francisco no dudó en descolgar el teléfono para pedirle perdón en nombre de toda la Iglesia, y ofrecerle su apoyo. Además de abrir una línea de investigación. Con esta llamada a este chico el Papa Jorge le hizo desaparecer de un plumazo la sensación de angustia con la que había vivido tantos años.

Estos tres casos tienen algo en común que me apacigua un poco el alma, personas sensibles que denuncian para que se intente no reproducir más estos actos. Un realizador, que conmueve conciencias por los inocentes que sufren el sinsentido de la guerra. La justicia, que persigue a esos presuntos padres para que les caiga todo el peso de la Ley. Y el Papa, asumiendo las irresponsabilidades de 'otros', de comportamientos nefastos que atentan al buen desarrollo de la persona. Qué se ha creído el adulto para interrumpir de estas maneras tan vejatorias la evolución normal de otro ser como él. Antes de hacer algo macabro imagíneselo en sus carnes, ¿le gustaría?, pues entonces ¡los niños no se tocan!