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En Menorca, históricamente, solo hay dos opciones para la gobernabilidad de las instituciones locales e insulares: gobierno monocolor de centroderecha o multicolor de izquierda. Otros casos han sido la excepción.

Este fenómeno se registra desde la Revolución de 1868. Durante toda la Restauración, si el progresismo insular (liberales dinásticos, republicanos y, más tarde, obreristas) no se unía bajo un mismo paraguas electoral, triunfaba el conservadurismo: los hermanos Martorell Fivaller, el abogado Juan Orfila, los militares Emilio Hédiger y Guillermo García- Parreño. Con un sistema mayoritario ganaba el más votado.

Hoy, con un sistema electoral proporcional, los efectos cambian pero las causas siguen siendo las mismas. Según las encuestas publicadas el pasado fin de semana, el Partido Popular gana en Maó y en Ciutadella y la única alternativa consiste en unir todo lo que no sea el PP. Pero esta última opción no sería posible en Maó si Águeda Reynés revalidase la mayoría absoluta; y en Ciutadella habría que esperar el resultado final de UPCM.

A medida que se aproximan las elecciones se desvanecen los peligros que para el statu quo menorquín apuntaron los resultados de las europeas y la irrupción de Podemos. Las tres formaciones tradicionales (PP, PSOE y PSM) superan los dos tercios de los votos, lo que garantiza la pervivencia del sistema. Estos tres partidos suman en Ciutadella el 81,8 por ciento de los votos y en Maó, el 84,7 por ciento (sin el PSM). Las opciones revolucionarias, con un modesto 6 por ciento, podrían aspirar a formar parte de gobiernos plurales de izquierda. Pero el electorado menorquín se halla en una situación de evidente indecisión, porque más de la mitad no tiene claro qué votará y tampoco si irá a votar. También hay quien opta por formaciones que aún no existen y no sabemos si existirán en mayo del 2015.