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Una gran parte de la sociedad española recela – y crees que con razón- de Podemos. Pero todo pavor resulta estéril si no se analizan las causas que lo provocan. La reflexión serena sobre cualquier hecho en ocasiones resulta incómoda, porque os muestra lo que no deseáis ver: vuestra porción de culpa. ¿Crece Podemos por méritos propios o por deméritos ajenos? ¿Existiría si, desde hace ya décadas, las cosas se hubieran hecho bien a nivel político e institucional? En ocasiones, el modo subjuntivo, tan aborrecido por el alumnado y tan en desuso, es especialmente útil a la hora de establecer aquello que pudo ser y -¡ay!- no fue…

¿Hubiera o hubiese sido posible entender que la Constitución, por ejemplo, no era dogma de fe, un algo inamovible y, por tanto, modificable? ¿Hubiera o hubiese sido posible, igualmente, establecer periódicas actualizaciones de la Carta Magna que, sin conmover los cimientos del Estado, la hubieran mudado en algo pragmático, útil y realista? Leer algunos de sus artículos, analizar las «competencias» totalmente superfluas del Senado, contemplar la irracionalidad de, por ejemplo, su artículo 71 (referente a la inmunidad e inviolabilidad de sus señorías), en clara oposición al 14 y un sinfín de puntos más, resulta una ardua y descorazonadora tarea…

¿Hubiera o hubiese sido posible –sigues- asimilar que el Estado de las autonomías –insostenible- solo tenía razón de ser para aquellas comunidades históricas, obviando, así, el café para todos, ese que se dio, no por razón, pero sí por cobardía? ¿O acaso el centralismo tenía que independizarse de sí mismo?

¿Hubiera o hubiese sido posible – continúas, aún a costa de cansar a tus lectores- la creación de la cultura del pacto, estableciendo acuerdos estables sobre educación, sanidad y tercera edad y no únicamente –aunque también- contra el terror de quien confunde, erróneamente, dios con sadismo?

¿Hubieran o hubiesen sido factibles las listas abiertas, la revocación de la disciplina de partido y, consecuentemente, el voto en conciencia? ¿Es compatible continuar en la política manteniendo simultáneamente limpia esa misma conciencia?

¿Hubiera o hubiese sido leal el mea culpa de quienes, al irse, dejaron este país hecho unos zorros? ¿Y hubiera o hubiese sido decente, por parte de quienes tuvieron que enmendar la plana, recortarse a ellos mismos y a los más pudientes, en vez de cebarse con los más débiles, salvando de la poda lo que hace de una sociedad un algo civilizado: sanidad, sí, educación, sí, y tercera edad, sí?

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¿Hubiera o hubiese sido posible –lamentas repetir el término- endurecer la legislación vigente para que la corrupción fuera detectada de forma temprana, perseguida y castigada con una dureza tan necesaria como coercitiva y ejemplarizante?

Todo hubiera o hubiese sido posible si este país hubiera o hubiese contado con auténticos estadistas y políticos vocacionales, movidos por una actitud solidaria y no por el seductor tintineo de una caja registradora. Y lo verdaderamente triste es, precisamente, eso: que fue posible… Fue posible ser servidor y no servido. Como fue posible dirigir toda la acción de gobierno y oposición hacia el bien del que menos tenía y más urgía… Pero las prioridades fueron otras…

- ¿Será viable, todavía? –te preguntas-.

- Lo dudo –te contestas-. Porque nunca hemos estado por la labor… Y, de serlo, ese cambio no nacería probablemente de la convicción, de la moral, del arrepentimiento, sino, más bien, del miedo que comparten…

- Todo hubiera o hubiese sido distinto…

- Si hubiéramos o hubiésemos pasado al indicativo. En ese caso nadie temería, hoy, a Podemos, por inexistente o meramente residual. Pero hay demasiada gente que durante demasiado tiempo ha aguardado bajo los cartones metidos a mantas y con noches sin auroras, un maná que no llegaba, sin que ningún artículo de la Constitución se acordará de ellos o les diera, ni tan siquiera, el cobijo de un cajero…