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A todos nos marca la profesión que tenemos. En mi caso, mi trabajo me hace que sea bastante crítico y escéptico a afirmaciones hechas puramente desde una posición de autoridad. Esta postura no es difícil en cuanto a afirmaciones hechas por los políticos prominentes a ambos lados del Atlántico, lo difícil sería lo contrario, creerse lo que dicen.

Sin embargo últimamente hay una persona que me pone nervioso: el papa Francisco, ya que tiendo a estar de acuerdo con muchas de las declaraciones que hace. Eso no me pasaba desde la época de Juan XXIII y me lleva a preguntarme si he perdido mi sentido crítico o realmente hay un cambio profundo. La publicación hace unas semanas de un documento Vaticano sobre las monjas de Estados Unidos me hace pensar que si hay realmente un cambio profundo.

Las monjas estadounidenses han sido desde hace muchos años un ejemplo de iniciativas sociales cristianas. Estas actividades sociales nacieron del espíritu del Concilio Vaticano II. Las actividades van desde ayuda social en grandes ciudades a familias, rotas debido a la pobreza, a actividades de ayuda a afectados por las guerras en Chile y el Salvador en las que los correspondientes dictadores desconfiando de las actividades de la iglesia perseguían a quienes llevaban esa actividad social. También en la frontera con México, en donde emigrantes quedan atrapados cada día en situaciones muy difíciles, allí están las monjas procurando dar cobijo y ayuda.

SUS ACTIVIDADES se extienden también a África, en lugares donde mujeres sufren constantemente violaciones y maltrato, ellas procuran curar las heridas físicas y morales que ese maltrato causa. Es imposible enumerar todas las actividades que esas mujeres llevan a cabo.

El misoginismo que ha caracterizado a la jerarquía católica desde hace siglos, se reflejó en el rechazo por parte de autoridades vaticanas de estas iniciativas femeninas. En el año 2008 el Vaticano inició una investigación de las actividades de las monjas de Estados Unidos. La investigación estaba bajo la dirección del cardenal Franc Rodé, quien sugirió que las mojas «estaban bajo la influencia de una cierta mentalidad secular y quizás también de un cierto espíritu feminista». Se enviaron cuestionarios a unas 350 comunidades religiosas y a unas 80 enviaron investigadores. El espíritu de la investigación era el de cambiar el enfoque de estas comunidades de una búsqueda de mayor justicia social a otro enfoque «más religioso». Además preocupaba al Vaticano la posición de muchas de estas religiosas en las cuestiones de aborto y matrimonio homosexual.

No todas las comunidades de religiosas cooperaron en la investigación. También hubo bastante indignación entre los católicos seglares que se han manifestado frente a iglesias en varias ciudades de Estados Unidos protestando por la investigación y unos 60.000 miembros de la iglesia católica firmaron un documento de protesta.

CON EL PAPA FRANCISCO hubo cambios en quienes dirigían la investigación y el documento que publicó el pasado diciembre la comisión investigadora elogia las actividades sociales de estas monjas y las anima a seguir adelante. El informe fue muy bien recibido en la reunión con gran número de monjas en que fue presentado en el Vaticano.

Aún hay pendiente una investigación por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR) que agrupa al 80% de las monjas de Estados Unidos. A la LCWR se le acusó de invitar a sus reuniones a oradores de carácter feminista y que se desviaban de la doctrina católica. En 2012, esta asociación se puso bajo la vigilancia de un obispo americano por cinco años para revisar sus actividades. Esperemos que el resultado de esta investigación tenga el mismo carácter positivo que el informe de diciembre.