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En uno de su e-mails, una joven insolente admiradora palmesana (a cuya madre quisimos tanto…), se atreve, y sin venir a cuento, a menospreciar «Rayuela», la novela inmensa de Julio Cortázar; para más inri, destaca a María Dueñas, la de «Entre costuras»... ¿ Cuántas veces te he repetido que lo que cuenta en la alta literatura no es el qué sino el cómo?. Ahí tienes una muestra:

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«…y toda esa francmasonería del sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientras escuchan Dust o When your man is going top put you down y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla (…), y las muchachas tiene la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a si mismas, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el próximo sábado (…), y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmiga». (Edhasa, año 1977, páginas 87 y 88).