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Vienen nuevos aires más sociales, más humanos, más de compartir, y a tener más conciencia de la naturaleza. Asistimos hace unos meses al fenómeno de compartir el coche, que le hace la competencia directa a los taxistas. Compartimos gasolina, y contaminamos menos para llegar al trabajo. Y lo mejor de esta práctica, hacemos más relaciones sociales, hablamos y nos expresamos más. Hace tiempo que compartimos postre en los restaurantes. Que lo que sobra, si es que sobra algo, lo compartimos con nuestro perro. No tenemos vergüenza en pedir que nos lo envuelvan para llevar. Hasta compartimos vestuario de fiesta. Ya hay portales web que alquilan vestidos de firma con sus complementos para celebraciones varias, a mitad de precio. Incluso se alquilan los trajes de novios. Y compartirmos el tiempo, pues están cambiando los roles del trabajo -más trabajar desde casa que fuera-, lo que te permite organizarte haciendo conciliación familiar. Compartir tus ideas para prosperar en la empresa o en tu negocio. Con el compartir son todos beneficios.

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Es curioso observar que los bebés tienen el sentido de la pertenencia tan arraigado como algún político. «Esto es mío, sí o sí y no lo comparto». Anécdota a parte, el compartir es una tendencia que nos acompañará durante algún tiempo. Por ahora la economía no permite que seamos autosuficientes, ni que vivamos por encima de nuestras posibilidades. Ya en las casas se comparte una televisión y un ordenador dentro de una misma habitación. Lo único que no se comparte es el móvil por el tema de llevar la oficina en tu bolsillo. Hace unos días salía en un informativo de televisión que vuelven a resurgir los antiguos teléfonos portátiles de solo llamada, esa fue desde un principio la intención de su inventor. Y es que si Anna Wintour, la que fuera editora de la prestigiosa revista de moda norteamericana «Vogue», lo saca en el front row -primera fila de asientos de un desfile- es que ya ha creado la tendencia retro-tecnología de rebuscar en la caja de zapatos donde guardas todos los móviles de llamada, si es que no los has reciclado ya. Y mejor que no sea así, porque en el mercado se venden al doble de precio que cuando lo compraste por vez primera. ¡Ah!, solo compartes este teléfono -y me ha pasado dos veces- cuando una joven adolescente se pierde y se acerca muy respetuosa a pedirte compartir tu teléfono con ella porque necesita llamar a sus padres. Hasta te ofrecen dinero por hacer esta gestión. ¡Angelitas!

@sernariadna