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Sostiene el conseller de Medi Ambient, Javier Ares, que Menorca vive en la actualidad siete veces por encima de sus posibilidades.

Reabre con estas afirmaciones,que ahora debería argumentar de forma empírica, el antiguo debate sobre los recursos naturales, la sostenibilidad, la estructura social y el modelo de actividad económica en una región insular, Menorca. Porque, ¿a qué debemos renunciar

los menorquines, según Ares, para vivir de acuerdo con nuestras capacidades?

Estamos hablando de redimensionar la Isla -leamos reducir, recortar, adaptar- siete veces menos en relación a las actuales magnitudes. Ares vuelve a poner sobre la mesa la cuestión vital que no hemos conseguido cerrar los menorquines, porque no logramos ponernos de acuerdo.

La transición desde aquel tantas veces elogiado equilibrio intersectorial -la famosa vía menorquina del creixement- al actual modelo donde el turismo es hoy el gran motor de la economía menorquina ha provocado tensiones y transformaciones. Los menorquines han demostrado, y así lo confirman los sucesivos ciclos históricos, una gran capacidad de adaptación y también iniciativa emprendedora.

Evocar el equilibrio entre sectores productivos como el paraíso perdido no aportará soluciones, cuando ya no es posible renunciar

al turismo, porque ha abierto las puertas de Menorca a la modernidad y las oportunidades.

Pero, ¿a qué modelo turístico aspiramos en el 2015? Diversificación versus estacionalidad. Este es el debate sobre la Menorca del futuro; una isla con ubicación estratégica en el Mediterráneo occidental; un breve territorio de 702 kilómetros cuadrados donde coinciden el todo incluido masificado y la calidad del agroturismo Torralbenc y la atención de Can Faustino de Ciutadella. ¿Quién vive por encima

de sus posibilidades?