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Viajando por la India me estoy cruzando con mucha gente que ha elegido este destino para encontrarse espiritualmente con uno mismo. El misticismo, el encanto, el exotismo y la magia del subcontinente indio, entre otras cosas, sirve como excusa perfecta para romper por unos días con la rutina y sentirse como un espíritu libre y un poco más hippie... Aunque, visto el panorama por aquí, su yo mismo seguro que les ha dado plantón porque no hay espiritualidad que gestione con garantías el tremendo choque cultural.

Queda muy chulo decir «me voy a la India a encontrarme conmigo mismo» pero te puedo asegurar que a mi no me parece el mejor destino para ello. Puede, y quizás no lo saben, que a su yo mismo le dé un poquito de grima lo de que las calles tengan más basura que Es Milà o la parrilla de programas de Telecinco. O que le altere el karma lo de compartir vía pública con cabras, cerdos, burros y, por supuesto, vacas.

2 Éstas últimas son las puñeteras amas del lugar. Con esto de ser sagradas no hay quién les tosa y si les da por tumbarse en mitad de la autopista o de la calle más concurrida del planeta los conductores deberán esquivarlas aunque con ello pongan en jaque la salud del resto de mortales. Tampoco es plan, piensan los hindúes, ir mosqueando a los dioses que bastante complicado está el día a día.

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Si te soy sincero, amigo lector, a mi no me parece el mejor lugar para que se esconda tu yo mismo y mucho menos para encontrarlo. En la India viven más de 1.200 millones de personas, de hecho hay 1.000 habitantes por cada kilómetro cuadrado. A no ser que a tu yo mismo no le importe compartir espacio vital con otros yo mismos además de indios, turistas y vacas, puede que al poco de bajar del avión opte por cambiar de destino.

Pero ya te digo, queda tremendamente bohemio largarte a la India convencido de que regresarás siendo mejor persona. Pero ya te aviso que cuando yendo en un autobús destartalado por caminos de tierra en mitad de ningún sitio te quedes atrapado en un atasco inmenso e inacabable ese run-run que oigas no sea el del karma. Es probable que sea tu yo mismo que se esté descojonando de ti desde cualquier isla paradisíaca con un mojito en la mano. Ojo, espiritualmente, claro.

dgelabertpetrus@gmail.com