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Los humanos somos capaces de pelearnos por cualquier cosa. Cuando no hay motivos reales somos capaces de inventarnos cualquier motivo. Ahora se aproxima la Navidad y en Estados Unidos ya hace semanas que ha empezado la llamada anual «guerra contra la Navidad». Ese es el nombre que han dado los medios ultraconservadores a ciertos cambios de costumbres en torno a la Navidad y que refleja la habitual manía persecutoria de esos grupos.

La cosa empezó con la forma de felicitarse por Navidad. La forma más tradicional era decir Feliz Navidad, pero como estas fiestas cristianas se han transformado en fiestas oficiales de la sociedad y esta es multicultural y con varias religiones, la fórmula ha ido cambiando a felices fiestas. Naturalmente, la gente políticamente correcta defiende esa formula para no ofender a los no cristianos, pero los cristianos ultras se sienten como siempre perseguidos cuando ellos no controlan todo.

Los nuevos vasos de Starbucks que provocaron la controversia sobre la guerra contra la Navidad
Los nuevos vasos de Starbucks que provocaron la controversia sobre la guerra contra la Navidad

Dadas esas posiciones, los medios de comunicación como la cadena de televisión Fox se dedica a buscar cualquier detalle para poderlo interpretar como una parte de la guerra de los liberales contra la Navidad. Este año el primer acto de guerra lo ha dado nada menos que la cadena de cafés Starbucks.

Los cafés en Starbucks se sirven en vasos de cartón. Cada año la cadena Starbucks saca un nuevo diseño de vaso para los meses de noviembre y diciembre. En general los vasos son de color rojo, el color de Navidad, con diseños que varían de adornos de hojas verdes o adornos de árbol de Navidad. Este año el vaso era simplemente rojo y solo lleva el emblema de la cadena. Eso ha sido interpretado rápidamente como un ataque a la Navidad.

La primera cosa curiosa en esta reacción es que los cristianos americanos interpreten como simbología cristiana el árbol de Navidad y sus adornos. Esas tradiciones de origen pagano se han incorporado tan profundamente en la celebración navideña que han pasado a ser símbolos cristianos. La segunda cuestión que sorprende es que el hecho de no haber esos adornos en los vasos sea un ataque a la Navidad.

Andrea Williams, de la Organización Christian Concerns, ha declarado: «Es una negación de la realidad histórica y de la gran herencia cristiana detrás del sueño americano del que tanto se ha beneficiado Startbucks. Eso también niega la esperanza en Jesucristo y su historia tan poderosa en esa época del año». Realmente las palabras contrastan con hecho en sí.

Ha habido tuits de todo tipo especialmente agresivos contra Starbucks. Un pastor protestante fue a comprar un café y dijo que su nombre era Merry Christmas para así obligar al dependiente a escribir esa frase en el vaso.

Quien no conozca el país puede pensar que eso es cosa de un grupo de locos, pero no, la controversia se extendió por buena parte del país y como no, los pretendientes a la candidatura republicana a la presidencia han participado en las discusiones y dado su opinión ante tal trascendental asunto.

A la cabeza como siempre, Donald Trump ha presentado una clara postura: «Tengo a una de las cafeterías Starbucks más exitosas en la Torre Trump. ¿Deberíamos boicotear Starbucks? No sé. Seriamente no me importa. Por cierto, ahora se les acaba el contrato de alquiler, pero qué importa?». Y añadió: «Si llego a ser presidente, todos vamos a decir de nuevo Feliz Navidad, eso se lo puedo asegurar». Como se puede apreciar, a chulo no le gana nadie.

La competencia a Starbucks aprovechó la ocasión, así Dunkin Donuts ha diseñado sus vasos de café con abundancia de motivos navideños para la satisfacción de quienes protestaban. Todo un espectáculo de la estupidez humana.

Si por esos asuntos somos capaces de armar esos líos y tener esos encontronazos entre las personas, ¿qué esperanza puede haber de resolver situaciones como la de Siria?