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La economista Carolina Beltrán Andreu propugna «políticas de intervención pública, junto con la privada, que fomenten la valoración, por parte de los turistas, de la riqueza natural de Menorca». Estas acciones permitirán llegar a nichos de mercado interesados en su goce y en pagar un sobreprecio. Doctora en Economía Aplicada por la UIB, Beltrán Andreu subraya que Menorca solo explota una pequeña parte de sus recursos naturales, porque de los 217 kilómetros de costa, una gran extensión se conserva en su estado natural y aún hoy no cuenta con fácil acceso.

Esta preservación constituye un capital natural muy valioso, del que los menorquines no obtienen rendimiento a través de un producto turístico diferenciado y coherente con la sostenibilidad. Estas son las principales conclusiones de «El model turístic menorquí: mite o realitat (1960-2015)», cuya autora es Carolina Beltrán, publicado por «Documenta Balear». El particular modelo menorquín de crecimiento, teorizado en 1977 por Farré, Marimon y Suria, se diluyó a principios de los 80 al coincidir el auge del turismo con la crisis de las actividades tradicionales.

El principal reto de la industria turística menorquina consiste en anticiparse y adaptarse a las exigencias del mundo global, sostiene Beltrán Andreu. Los precios pueden influir en la competitividad a corto plazo, pero no son la clave para que Menorca lidere una competitividad a largo plazo. Son necesarias otras perspectivas para conseguir ventajas competitivas basadas en la diferenciación. El incremento de la competencia de otras zonas turísticas, que compiten vía precio gracias a sus menores costes, obliga a Menorca a ofrecer un producto de calidad y diferenciado, y a buscar nuevos segmentos y nichos de mercado con predisposición para pagar un precio superior.