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Hay una bebida, Aquarius, que asegura en su campaña promocional que te la tomas y «te vienes arriba». Se trata de una expresión que últimamente se ha asentado en la forma de hablar de los jóvenes con la que intentan justificar un exceso de confianza, de ímpetu o de testosterona. Es la sensación que me despierta el concepto de la ecotasa. Un venimiento arriba que nos puede pasar factura a corto o largo plazo.

Puede que a alguno de nosotros el precio a pagar nos parezca simbólico, de risa o a la altura de un café, una caña o de un paquete de chicles. Lo que sea. Pero al turista la imagen que le queda es la de que se aprovechan de él. Nos encontramos en un momento dulce en cuanto a turismo se trata. En el verano pasado alcanzamos el millón de visitantes y con ello nos hemos venido arriba pensando que podemos exprimirlos un pelín más con un impuesto que compense las varias fotografías que harán de su experiencia en las Islas y que compartirán con millones de usuarios en las redes sociales, los sablazos que les pegarán en según qué comercios, los paseos por la playa y, para qué negarlo, su felicidad.

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El concepto en si no me parece mal pero el colmo se lo lleva el hecho de que el Govern se guarde la potestad para decidir en qué se invierte luego ese dinero. Ahora nos gobierna la colección de buenrollistas más enrollados del Archipiélago pero no dejan de ser gestores que no tienen ni puñetera idea de qué cosas se necesitan mejorar en cada una de las islas y que mirarán por el beneficio electoral, osease Mallorca. Como ha pasado siempre.
Tampoco está Menorca para alardear de lo que ofrece. Está claro que tenemos unas playas de ensueño, una gastronomía de vicio, unos paisajes de lujo y piedras muy antiguas y muy chulas. Pero uno de los aspectos que de verdad nos ha empujado en los últimos años es que las cosas no pintan nada bien en casa del vecino. El norte de África, Grecia, Turquía… Son algunos de los destinos que nos han prestado sus turistas a la espera de que se resuelvan los entuertos que por ahí imperan.

El francés que antes tenía una casa en Argelia prefiere quedarse a medio camino porque lo del conflicto terrorista acojona lo suyo. Ahí ganamos nosotros. No solamente porque se haya hecho mejor o peor la promoción, sino porque el escenario actual nos favorece sin que hayamos hecho nada al respecto.

Creo que a alguno le ha pegado una seria sobredosis de Aquarius. Igual que el que compara el hecho de que se pague el impuesto en Barcelona y alardea de que está encantado de hacerlo. Su Aquarius, entonces, puede que lleve algo más.