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 VIERNES, 11

Mientras la tramontana ulula salvajemente (ya era hora que la meteorología diera una explicación: cambio climático hasta cierto punto), devoro con  fruición la crónica sentimental de los años ochenta en el puerto de Mahón que, escrita por Nacho Martín, publicará en breve l'Associació Port Sostenible (Edit. Menorca), es el relato de todo lo que uno se perdió por sus querencias burguesas y más aún por su carácter de noctífugo irredento. La noche nunca ha sido lo mío, aunque haya hecho mis pinitos, tampoco el alcohol más allá del buen vino, y menos ya con familia formada y un trabajo muy exigente. Aun así, lo que cuenta Nacho me hace vibrar alguna fibra secreta. En cierta manera ese Mahón underground me rozó: lo observaba como el niño pobre de Dickens con la nariz pegada a la ventana de los afortunados…

La narración de Nacho del Cachito fluye vigorosa y natural como una fuente de montaña y está llena de burbujas irónicas y de lo que los franceses llaman mejor que nadie joie de vivre y es la historia del puerto de Mahón y las noches interminables de vino y rosas que vivió una naciente colonia de madrileños y catalanes preferentemente prófugos de una vida que no les gustaba y que recalaron en el puerto para juntarse con la fauna noctámbula isleña, prolongar el espíritu del 68 (haz el amor y no la guerra, entre otras cosas),  y llenar de jolgorio unos muelles de pescadores que empezaban  a dejar de serlo, alternando con figurones como George Moustaki, Elton John, Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel…

Gentes y lugares que ya estaban allí, como los pescadores con sus redes extendidas en el moll, el hotel Port Mahón, sa Lliga, donde se celebran los bailes domingueros que rememoro en mi chirriante colaboración de burguesito/ muermo, mientras Nacho me recuerda que en el lenguaje políticamente correcto de la época se llamaban «reuniones de confianza», manda huevos;  gentes que pasaban y abrevaban en El Cachito o en otro local mítico de la zona, Es Fosquet regentado entonces por dos clásicos, Carlos Medina y Susi, que pronto se nacionalizarían menorquines, como Nacho, con todos los pronunciamientos favorables. También hay melancolía en el libro de Nacho cuando recuerda a tantos que pasaron por allí y se fueron a acodar sus cuerpos en alguna barra de las galaxias.

«Paraísos menguantes» es un libro imprescindible para quienes no se conformen con las historias oficiosas. Es contracultural pero también tierno, vital y lleno de matices burbujeantes. Y sobre todo ostenta un estilo propio que es la guinda de todo pastel literario que se precie. En cuanto al título del libro, obliga a preguntarse si el puerto de Mahón es realmente un paraíso menguante. Puede verse así por parte de quienes hemos vivido un puerto bucólico y familiar o para quienes como Nacho lo convirtieron en joie de vivre a la manera de los años en que todos los sueños parecían factibles. Pero para quienes lo amamos incondicionalmente y sucumbimos diariamente a su magnetismo, el puerto de Mahón siempre será el paisaje de nuestras vidas, la madre de todos los puertos.

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DOMINGO, 13

Sol radiante sacudido por la ventolera que no cesa. Acudo a mi cita con las ensaimadas domingueras pensando inevitablemente en las noticias e imágenes de los refugiados (¿cambiamos el nombre?) de la guerra  de Siria chapoteando en un tremedal de fango, en tierra que antes era de acogida y ahora es de nadie, ni siquiera de esos niños desvalidos que difícilmente llegarán a entender lo que les ocurre. Inevitablemente pienso en la insolidaridad creciente, en la vergonzante externalización del problema a Turquía y en esos fantoches políticos de la extrema derecha europea que fomentan la más desgarradora xenofobia. Y qué decir de ese patán norteamericano del tupé, fruto de la labor de zapa del tea party, facción ultra que ha secuestrado ideológicamente al gran partido conservador de Abraham Lincoln e incluso de Ronald Reagan. Y con todo, la idea de Europa desintegrándose galopantemente…

MARTES, 15

Si un aplazamiento judicial o un indulto de última hora no lo evitan, el joven sevillano Adrián Moreno, de 26 años, ingresará hoy en prisión para cumplir una pena de seis meses por haber hurtado una bicicleta municipal (haberla usado sin pagar)… Hace casi ocho años, cuando contaba dieciocho. Hoy es padre de familia, con trabajo estable y único sustento de sus hijos. Lo comenta Xavier Vidal-Folch en «El País», evocando la hermosa película de Vittorio de Sica «Ladrón de bicicletas». Impidan, dice el comentarista, que el joven ingrese en prisión; es un lugar poco recomendable para todo usuario que no lo sea por causa de gran corrupción, abuso sexual, terrorismo u otro crimen de sangre…

MIÉRCOLES, 16

Fallece Arcadio Gomila, cronista de Alaior, hombre bueno, sensato y sensible con quien he compartido cincuenta años de «Es Diari», llenos de afecto y respeto. Sigue escribiendo en las estrellas, amigo.