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Ramiro Avatar viaja mucho, su trabajo como funambulista así lo requiere. Ramiro ha dado la vuelta al planeta varias veces, siempre caminando sobre el alambre.

La infancia de Ramiro Avatar no fue fácil, mientras los demás niños le daban patadas a un balón Ramiro estaba siempre solo subiendo a tapias para caminar guardando el equilibrio. La adolescencia no fue mucho mejor, mal estudiante en general, se llevaba más de una colleja de los profesores, eran la época aquella, queridos lectores, en la que los profes podían dar una colleja sin que el niño tuviera que ir al psicólogo infantil para quitarse el trauma.

Los padres de Ramiro Avatar no lo llevaban bien, querían que estudiara las oposiciones para Correos como había hecho su padre, un trabajo estable y un sueldo fijo para toda la vida. Que encontrara una buena chica y tuviera una familia como dios manda, la dictadura no estaba demasiado lejos y había marcado a fuego ciertas ideas. Cuando Ramiro Avatar les dijo que quería ser funambulista y que dejaba Castellón para irse a Paris, el disgusto fue mayúsculo. Su padre le gritó que jamás se ganaría la vida de un forma seria trabajando al lado de los payasos, después de eso le retiro la palabra, su madre le lleno una docena de fiambreras de comida, para el viaje.

Y el viaje fue largo y de muchos años, Ramiro Avatar ha estado en el Cirque Plume, el gran circo de Francia, premiado en múltiples ocasiones. Ha trabajado al lado de los mejores acróbatas del mundo con el Circo de Chengdu en China, fueron los que realizaron la presentación de los juegos olímpicos de Pekín en el 2008. Vivió en las antípodas cuando le contrató el Circo OZ de Australia. Y como no, también pasó por el famoso Cirque Du Soleil de Canadá, desde el suburbio de Quebec donde se fundó.

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Después de muchos años volando Ramiro Avatar había vivido en primera persona la evolución de los aeropuertos, sobre todo en lo que a medidas de seguridad se refiere. El 11 de septiembre en Nueva York marcó un antes y un después, hoy en día los detectores de metales son tan sensibles que pitan si te pasas poniéndote desodorante, muchos de ellos llevan aluminio. Sin embargo, Ramiro Avatar sabe que el mundo no es más seguro, ni mucho menos mejor.

Ramiro Avatar estaba pensando seriamente en volver a Castellón y montar una pequeña escuela de funambulismo, las articulaciones empiezan a dolerle demasiado. El contacto con sus padres durante muchos año, demasiados, fue escaso. Solo cuando su madre hizo un curso para jubilados sobre cómo usar Skype, volvió a comunicarse un poquito mas.

Ramiro Avatar, que lleva toda su vida viendo las cosas desde el alambre, siempre en equilibrio, en ocasiones sin red, sabe que el rato que dura su actuación el público contiene la respiración, se divierte y se olvida de todo, y para él ese es el trabajo más importante y serio del mundo. Quiere volver a casa para decirle a su padre lo equivocado que estaba, lo necesario que es mirar la vida desde otra perspectiva, salirse del camino marcado, la importancia que tiene que unos pocos caminen por el alambre para que otros muchos sigan aprendiendo y evolucionando, para leerle el tuit de Luis Endera donde dice que el futuro debería ser de los niños que intentan subir el tobogán por el lado contrario, y para contarle a su madre que no ha probado un arroz como el suyo en ninguna parte del mundo. Me cae bien Ramiro y eso que de niño, por no romperme las gafas, nunca me subía a las tapias.

conderechoareplicamenorca@gmail.com