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Hace unos días una amiga me pasó un mensaje en cadena, que quizás muchos de ustedes hayan leído. Me parece interesante dedicarle una columna porque el mensaje es sencillo y revelador. Es verdad que todos son obviedades pero nunca había hecho una reflexión así de simple y natural. Lo que quiere decir que el ser humano nos complicamos mucho, en vez de ir a lo esencial, a la base, a los cimientos. Resaltaré dos o tres párrafos como por ejemplo: 1. El hijo que no limpia su cuarto significa que ¡está en casa! 2. El desorden que hay que limpiar después de una fiesta en casa significa, que ¡tengo amigos y familiares! 3. No encontrar estacionamiento significa, ¡que tengo coche!.

Así unos cuantos enunciados más. ¿Lo han pillado? Muchas veces hablamos en clave negativa en vez de positivizar las situaciones. Y leer este mensaje me vino genial, me refrescó que tengo casa, hijos, salud,... qué más puedo pedir. Pero cuando valoras lo que tienes y te paras para valorar ese momento, te entra una bocanada de aire fresco por todo tu ser. Son de esos mensajes en cadena que me gustó leer y que después reenvié a mi familia, quitando, eso sí, la coletilla «reenvíalo a 10 personas...». Esta coletilla sobra porque no aporta nada. La buena suerte hay que trabajársela día a día con una buena actitud que es lo que este mensaje quiere que hagas, que tengas una postura frente a la vida de «cero dramas, siempre smile», como diría el personaje naïf de Aless Gibaja.

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Siguiendo con influencias ingenuas como la estrofa canturreable de Fangoria «no quiero más dramas en mi vida, solo comedias entretenidas» que viene a decir lo mismo, simplifiquemos nuestro presente. Y es curioso porque por más que lo sabemos siempre tropezamos en la piedra del enredo, de ver tres patas al gato. Por eso me gusta estar atenta al día porque siempre la vida te lanza mensajes de diferentes maneras, escritos -como aquel de hace unas semanas enfadada conmigo misma entré a un café y es su pizarra en vez del menú se leía «un día brillante depende más de tu actitud que del Sol»-. También están los gestos o comunicación no verbal como la sonrisa de un bebé. Mi madre me decía que son «ángeles del cielo», es decir, cuando un retoño, niño, adulto o hasta un animal de compañía te hace algo bello, que no te esperas, fruto de la espontaneidad como una mirada bonita, un ceder el paso, palabras amables... en un día de perros se te hace más llevadera la circustancia. Señores, como diría una amiga madrileña, «alegría de vivir» que son dos días.

@supervanfamily