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-¿Lo sabes? –te preguntas-. - Lo sé –te contestas-. Sabes –y eres plenamente consciente de ello- que has citado hasta la saciedad, en tus artículos, algunos versos de uno de los más emblemáticos discos de Lluís Llach: «El meu amic el mar» y, más concretamente, de Companys, «no és això», canción cuya letra aparecía en el álbum, significativamente, escrita en las cuatro lenguas oficiales del estado. En la primera estrofa, el cantautor denunciaba que» no és això, companys, no és això/ pel que varen morir tantes flors/ pel que vàrem plorar tants anhels». Y Llach aún no había presenciado la que os está cayendo, aunque sí intuyó que la vida dada o los años entregados en presidio no habían servido para construir un verdadero sistema democrático, sino, más bien, una pantomima que hiere a quienes tanto entregaron o a los, que sin llegar a eso, fueron simples espectadores del proceso de transformación de España de la dictadura hacia las libertades…

Pero hoy, incluso más que ayer, no es lo que tenéis aquello por lo que un día muchos lucharon… Porque la clase política ha invertido el orden de los factores, anteponiendo el interés personal al del partido y el del partido al de sus receptores: el pueblo que, curiosamente, les dio sentido… Porque hubo quien creció abonado por la justa indignación de los desheredados y cuando pudo cortejar con el poder no exigió ministerio alguno relacionado con la resolución de esas desigualdades sociales, sino con aquellos que, ajenos a los desahucios y al dolor, iban a permitirle controlar el estado y encauzarlo, probablemente, no a algo verdaderamente democrático, sino más bien a su antítesis: vicepresidencia, Ministerio de Defensa, Ministerio del Interior, Servicios secretos y, por ende, la sumisión del poder jurídico y de los grandes medios de comunicación social… Porque no es eso… Porque no es de recibo la incapacidad de las grandes formaciones por llegar a unos acuerdos mínimos… Porque no es de recibo que quien, siendo obstáculo, no sepa hacer un digno mutis por el foro… Porque no es de recibo posponer, tras infinidad de estériles reformas, un pacto por la educación y la sanidad… Porque no es de recibo la corrupción que asola a casi todas las formaciones políticas… Porque no es de recibo que no se esté trabajando por el futuro de las pensiones… Porque no es de recibo que cuatro descerebrados, protegidos, con cobardía, por máscaras y capuchas, no dejen hablar a un expresidente del gobierno, dejando, y muy a las claras, que lo suyo no es la argumentación, sino la simple provocación… Porque no son de recibo los privilegios que posee la actual clase dirigente –puede que la más nefasta en la reciente historia de España-. Porque no es de recibo el renacimiento del odio y la permanente, enfermiza y febril permanencia en la Guerra Civil Española. Porque no es de recibo que no gocéis –a tu modesto entender-de ningún estadista mientras os desbordan los chapuceros… Porque no es de recibo el penoso espectáculo de Ferraz…

No es eso… No es todo eso por lo que tantos lucharon. No es todo eso por los que muchos dieron con sus huesos en la cárcel. No es todo eso…

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Y tampoco es de recibo esa picaresca y esa corrupción que no se da únicamente en la política, sino, en mayor o menor medida, en casi todos vosotros y que explica que la falta de honradez no se castigue en las urnas…

Bueno será recordar otra estrofa de otro poema incluido en el mismo álbum: «Ens diran: miserable d'aquell dissortat/ que no té l'humilitat del constant començar./ Ai d'aquell, que no té més demà que l'avui,/ que no prén nou alè per anar més enllà».

Ojalá llegue un día al poder alguien plenamente democrático, que opté por una defensa a ultranza de los desvalidos y que, en los duros momentos de su travesía, sepa hacer precisamente eso: volver a empezar, tomar aliento e ir más allá, hacía esa utopía que, a la postre, es la que os induce a caminar hacia lo más bello, digno y limpio…