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Si tiene usted hijos y los lleva a una escuela pública dispóngase a buscarles más actividades de ocio durante los próximos fines de semana si se suma a la «huelga de deberes» promovida por la CEAPA, la confederación de padres de alumnos de la escuela pública.

Este nuevo propósito para la discordia y el debate pretende recomponer la organización del tiempo libre de los escolares al considerar que seis horas lectivas son suficientes para que aún les añadan una o dos más de trabajo en casa. Estiman que tantos deberes hipotecan la relación paterno-filial en el domicilio al tiempo que saturan a los niños y niñas restándoles tiempo de juego y diversión.

La iniciativa choca con la postura del sindicato de docentes, ANPE. Y no le falta razón porque, entre otras cosas, debilita la labor del profesorado y el principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros.

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No solo eso, sino que sugiere una postura rebelde a niños y niñas de tan cortas edades. Suficientes ejemplos tenemos de políticos e instituciones que desafían e incumplen las leyes un día sí y otro también como para comenzar a dar ejemplos de esta clase a menores.

Antes que la convocatoria de esta huelga cachonda que, por lógica, contará con la aprobación de los principales implicados -no así de todos los padres- sería mucho más oportuna una conciliación donde los profesores impulsen una mayor rentabilidad de las horas lectivas en clase para reducir las extras en casa, y los padres sean responsables de transmitir la cultura del esfuerzo a sus hijos, que es la que ofrece resultados.

Imaginen, de otro modo, a los alumnos que se evaden en las aulas sin prestar la atención precisa, si además también quedan liberados de la obligación de hacer los deberes que les permiten recuperar, al menos, una parte del tiempo perdido en clase. Para que luego nos avergüence el fracaso escolar del que tanto se habla.