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Dada la situación interna y externa del Partido Socialista, deben estos cuanto antes tocar arrebato y pedir un congreso extraordinario. El PSOE ya no es un partido agavillado en torno a los trabajadores, avalado por su centenaria historia. Hoy el PSOE es un partido desdibujado y vapuleado por sí mismo, pisándole los talones unos recién llegados que ni ellos mismos son capaces de armonizar su éxito, sobrevenido del hartazgo de una forma decimonónica de hacer política de los viejos partidos.

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El PSOE no tiene líder y debe pensárselo dos veces antes de elegirlo. Pedro Sánchez es víctima de su propia tozudez, amortizado antes de ser utilizado para ocupar la secretaría general con garantías de ganar unas elecciones. A Susana Díaz le falta fuste político a nivel nacional para ser la secretaria general del PSOE y le sobra dulzor para un cargo donde hay que ir «con los machos muy bien puestos», si no, como acabamos de ver, te comen la merienda, te mueven la silla y adiós muy buenas. Al PSOE le hace falta un desconocido capaz de darse a conocer a fuerza de decisiones bien medidas, sin una corte de «lameculos» que cuando ven en peligro su toda poderosa presencia, se juntan media docena de «navajeros»s verbales y degüellan, políticamente hablando, al líder que empezaba a pensar por su cuenta.